Ponerle límites a la libertad de expresión es coartarla. ¿Quién decide qué sí y qué no? Por mucho que me disgusten las letras de ciertas canciones, con no escucharlas me conformo. Si hoy censuran a un grupo de neonacis, mañana lo harán con uno de anarquistas, pasado con los ecologistas, y al final tendremos una libertad más escuálida que el perro de Carpanta. Lo que hay que hacer es educar a la gente, prepararla para la tolerancia, enseñarla a juzgar por sí misma qué es bueno y qué es basura. Por desgracia, el sistema educativo, los medios de desinformación, la propaganda en los telediarios, van justamente en el sentido inverso. Anular nuestro espíritu crítico, y conducir nuestra opinión hacia donde les conviene. OTAN de entrada no, decía. Luego fue que sí. La Constitución europea que aquí fue aprobada sin que casi nadie la leyera. Menos mal que en otros países sí que lo hicieron, y al final salió que no.
Pero es que además aquí hablabamos de arte. ¿Censurar el arte? ¿La maja desnuda de Goya? ¿Los discos de La Polla Records? ¿Y por qué no las películas? A servian film. ¡Qué barbaridad! ¿Censuramos a Salman Rushdie? Ah, no, ese no, porque los que se ofenden no son de los nuestros. Las películas de slasher son muy violentas, ¿cuándo las censuramos? Los videojuegos, y hasta los tebeos de Mortadelo, ahí siempre están dándose de hostias. Ha habido muchos casos últimamente de artistas censurados, siempre porque alguien se ofende y lo denuncia. Ya sean los católicos, los puritanos, las feministas, los pijo progres, o Espinoso de los Montoyas. Nos la cogemos con papel de fumar, en nombre de unos derechos que luego no se respetan. Veréis:
1. Nadie podrá ser molestado a causa de sus opiniones. A mí me han pegado los antidisturbios por estar sentado y con las manos en alto, expresando mi opinión política. Muchas veces les he visto ejercer la violencia contra gente que expresa sus opiniones pacíficamente. Este país dice ser una democracia.
2. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión; este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección.Entonces, todos esos twitteros que contaron chistes "de mal gusto", esos cantantes, esos titiriteros, ese delito de odio, ¿dónde encaja con lo que dice este artículo? ¿En serio que se me puede juzgar por hacer un chiste de Carrero Blanco? ¿Aunque lo contaran Tip y Coll hace cuarenta años en la tele? Este país afirma respetar la carta de derechos humanos.
3. El ejercicio del derecho previsto en el párrafo 2 de este artículo, entraña deberes y responsabilidades especiales. Por consiguiente, puede estar sujeto a ciertas restricciones, que deberán, sin embargo, estar expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para:
a) asegurar el respeto a los derechos o a la libertad de los demás;
b) la protección de la seguridad nacional, el orden público, o la salud o la moral públicas.Pero ahora ya queda muy claro. Este punto tres manda los dos anteriores a la basura. Es tan poco explícito, tan amplio su posible uso, que convierte esa libertad de la que hablaba en papel mojado. Igual que el delito de odio aquí, es un comodín que sirve para anular libertades y derechos. De manera que hasta el régimen de Irán podría afirmar que cumple los dos primeros artículos, agarrándose a este tercero. Pues igual habría que reescribir esta carta, oiga.
La protección moral es un absurdo. Educación moral sería más conveniente. ¿Por qué tantas cosas que se consideran inmorales son legales? Que te desahucie un fondo buitre. Que las eléctricas se hinchen a ganar dinero estafándonos. Cuando la moral mayoritaria de la gente no coincide con las leyes, es que las leyes están mal. Pero en lugar de cambiar esas leyes, van cambiando la moral mayoritaria de la gente. Antaño fue la Iglesia la que dictaba lo que estaba bien y lo que está mal. Hoy en día son los medios de manipulación, y unas leyes absurdas, ambiguas, cajones de sastre, comodines donde cabe todo, dejándo al ciudadano a merced de una justicia que es cualquier cosa menos justa.
¿Delito de odio? ¿Y por qué no delito de amor? ¿Delito de alegría, de tristeza, de rabia, de esperanza? El gobierno quiere manejar mis sentimientos. Y hay veces en las que ni yo mismo puedo. Esto es de traca. Que te juzguen por delito de odio. Y te pueden pedir más años de cárcel que lo que le pedirían a un agresor sexual. Justicia, libertad, democracia. Son como muchos "te quiero". De tanto repetirse son palabras desdibujadas, podridas, palabras vacías que ya no significan nada. Nos roban hasta el diccionario. ¿En qué nos estamos convirtiendo, qué clase de sociedad es esta que cree ser libre mientras arrastra sus cadenas? No digas nada, porque cualquier cosa que digas será utilizada en tu contra. Somos todos sospechosos. Cualquier cosa que digas puede ofender a alguien, y ya la has líado. Y acabaremos como en China, vigilados y con un carnet por puntos. Si pierdes puntos, no te dejan viajar, no te dejan comprar a plazos, te putean.
No, la libertad, o es plena, o no es. Dejar que alguien decida lo que sí y lo que no, es peligroso. Siempre conduce al mismo sitio, régimen totalitario.
Y si escuchas algo que te ofende, pues ya lo sabes, no lo escuches más. Si no te gusta el porno, no lo veas, pero no intentes prohibirlo.
Por supuesto que siempre hay límites. La edad de los participantes, por ejemplo. Ha de haber límites, para eso tenemos leyes. Pero esas leyes han de estar consensuadas por la mayoría, y es necesario acabar con esas leyes ambiguas de las que hablaba. Otro ejemplo es el cannabis. Te dicen que es legal abrirte un club, lo haces, y a los dos meses vienen a cerrártelo con orden judicial y denuncia. Los ciudadanos merecemos leyes que no nos dejen a merced de lo que decida el funcionario de turno. Porque esas leyes, al final, son las únicas cotas válidas a cualquiera de las libertades y derechos. Denme una leyes con las que mi moralidad pueda estar de acuerdo. Y si no lo hacen, no me hablen de democracia, de derechos humanos, ni demás vainas. Porque no me las creo.
Antidogmatismo, siempre.