#229 Ya te digo, una obra impresionante la
Tocata y fuga, por muy sobada que esté (por algo será...). Suena algo embarrada en esta grabación, pero claro, es que está grabada al aire en condiciones no profesionales, y grabar esos órganos, que no pueden salir del lugar para el que fueron construidos, es un trabajo de ingeniería acústica que necesita un buen estudio previo. Cada órgano se construía para un lugar determinado; es decir, cada instrumento es único. Así es de caro hoy su restauración; en cualquier región de España encontrarás alguno que se está deteriorando en espera de que el responsable de patrimonio correspondiente deje de pulirse el erario el pinchitos y vinos por inauguraciones varias y ponga pasta en estas joyas. Como dices, Rubiolus, unas tremendas obras artísticas de ingeniería que involucraban artesanos especializados de todo tipo.
astrako77 escribió:
La he escuchado unas cuantas veces hoy
Ya estás envenenado... era de temer; wellcome to the club. Lo siento.
astrako77 escribió:
Estoy buscando una buena edición. Miguelantxo. ¿Tú la tienes en formato flac.?
Yo la única que encontré que se pudiera colgar aquí fue esa, que como advertí está fatal de sonido. Te paso el flac (75 Mb): envía mensajito diciéndome la plataforma aquella que usas tú, que yo tenía Dropbox pero hace un montón que no lo uso y veo que utilizáis otras más cómodas. Además del sonido, me parece una versión más bestia, y a Dogson le va muy bien el punto Black Sabbath tirando ya a Black Metal.
astrako77 escribió:
Lute-Harpsichord
Pues la traducción literal está claro que sería laúd-clavicordio. Pero claro, es que en castellano hasta finales del XVIII nos e normaliza el nombre como «clave», sencillamente. Antes de eso (y también después) se oscila entre clavecín, clavicordio, clavicémbalo, cémbalo... Hay quien introduce matices adjudicando cada denominación a un instrumento que conocía variantes tímbricas y de tamaño, pero no tienen mucho sentido porque la mecánica (teclado + cuerda pulsada por membrana ascendente) y el sonido son los mismos en todos; sencillamente es que era un instrumento de cámara, y cuando se encargaba uno se adaptaba al espacio en el que iba a sonar, y no era lo mismo lo que se necesitaba para un salón de te en Versalles que para la casa de Bach. Otra cosa ya serían las espinetas, por ejemplo, que además de que sólo tenían un registro de teclas, tenían menos tesitura y una mecánica más sencilla, lo que le daba un sonido particularizado.
Respecto a lo de llamar laúd,
lute, a ese ingenio, pues bueno, yo diría que ahí nos encontramos con las vacilaciones que se daban en la organología de la época en lo tocante a los cordófonos de mástil, confundiendo siempre laúdes, violas (pulsadas, de arco,
da gamba...), guitarras, cítolas, mandoras, baldosas... y como lo más fino era llamarlos «láud» muchos se subían al carro, que diría que es lo que ocurre con ese ejemplo.
Pero yo más bien lo diría un clave-cítara, por lo que ahí puede verse. «Cítara» era el nombre más comunmente empleado para todos los cordófonos de mástil durante la Edad Media y hasta bien avanzado el siglo XVI, sobre todo cuando se escribía en latín, aclarándose si llevaba caja de resonancia en la parte inferior o no, precisamente el rasgo distintivo entre la familia de las arpas y cítaras y la del laúd-guitarra.
Interesantísima y preciosa esa versión con cuerdas de tripa, astrako; una joyita. Me ha encantado esa mezcla tímbrica entre lo que hoy en día se nos hace el sonido propio de la cuerda del clave, con su toque percusivo, con el del laúd u otras cuerdas con mástil pulsadas. Joder, es que es como una remezcla de Bach de las versiones para uno y otro instrumento, con lo que quedan resueltas las dudas que siempre se plantea uno a la hora de pinchar unas u otras. Tengamos en cuanta que es el sonido más próximo a como lo escuchaban originalemnte.
Las cuerdas de tripa aún las recuerda mi padre a mediados de los años 60. En España el decidido defensor del nylon fue desde los años 40 Andrés Segovia, el primero de los grandes que se pasó definitivamente a ellas. Se conservan muchos contratos de los siglos XV al XIX en los archivos de toda Europa y América sobre el comercio de tendones y tripas para cuerdas de instrumentos en los mataderos de ganado. Había artesanos dedicados en exclusiva a hacer cuerdas cuyo nombre era tan reputado como los D'Addario o Ernie Ball de hoy. Es curioso reseñar que en América siguieron importándose a menudo cuerdas desde Europa, a pesar de la extensión de la ganadería allí, debido la prestigio de algunas «marcas» de la época.
Las mejores venían calibradas para una ubicación concreta en el instrumento (primas o cantarelas, bordones, etc. en italiano y alemán cada una tenía una o varías denominaciones; en español, no); las baratas se vendían por docena (una «gruesa») y el músico iba eligiendo la que se le hacía más oportuna para cada posición y estirándola para afinar. Podemos imaginarnos que la estabilización de la afinación era cuestión de tiempo. lo que a buen seguro contribuía muschísimo a desarrollar el oido musical (ya vemos como muchos chavales que sólo han conocido el afinador electrónico suelen tocar desafinados en sus videos del tubo). Luego nos quejamos hoy de lo pesado que es afinar un juego completo en un Floyd Rose y tal...
#232 Qué chulada de librito

, muy interesante ese testimonio de principos del XIX. Pienso que hay mucho mito en eso de que Bach fue olvidado durante casi un siglo. Más bien considero que sencillamente el Romanticismo y Postromanticisimo no fue la mejor época para que estuviera más de moda.
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