#106 Demasiado fiestera e informal para el academicismo anaftalinado decimonónico.
Pues no conocía la peli
Goya en Burdeos, pero tras descubrir esa escena tan representada en la pintura barroca que colgué antes piqué en algún otro corte en el youtube y me hago el propósito de verla; parece muy bien hecha, y la banda sonora está muy bien cuidada por lo visto; al menos en la escena de antes como en esta de ahora; también las danzas me lo han parecido, sin controlar en absoluto del tema, pero teniendo claro que lo que hoy tenemos como ballet clásico se formaliza fundamentalmente durante el siglo siguiente e incluso en el XX, y anteriormente en cada región se dependía mucho más de la tradición popular (como en la música, aunque en mayor medida). Es una cursilada representar escenas de ballet de óperas barrocas y demás con técnicas muy posteriores, y además es de vagos que no se han currado la mínima investigación.
Os dejo aquí otra escena que reconocemos por la pintura, en este caso del propio Goya. Por cierto, también era guitarrista, como se explica en una
Historia de la guitarra en cuya edición estoy colaborando y que en principio verá la luz en breve:
«Viviendo Goya en Madrid, es llamado para pintar unos frescos en la Basílica del Pilar de Zaragoza. Preparando el viaje escribe una carta en julio de 1784 a su amigo Martín Zapater y Clavería, que allí vive, para que le busque alojamiento; le explica que no necesita mucho mobiliario, enumerando lo que es imprescindible para él:
«Una estampa de Nuestra Señora del Pilar, una mesa, cinco sillas, una sartén, una bota y un tiple, y asador y candil. Lo demás es superfluo».
»Al tratarse de una guitarra de pequeño tamaño parece indudable que la utilizaba para acompañarse sus canciones. Durante su exilio bordelés su más asiduo acompañante será el también pintor y aficionado guitarrista Antonio de Brugada, a quien Goya parece ser pedía le cantara canciones populares acompañándose en nuestro instrumento, ahondando con ellas su morriña a pesar de estar totalmente sordo; se dice que Brugada heredó de Goya, además de su paleta de pintor, asimismo su propia guitarra».
Os dejo esas pinturas de las que hablo que sirven tan bien de base a sendas escenas, la de antes y la que cuelgo aquí al final.
La primera pintura es
Le thé à l'angloise dans le salon des quatre glaces, au Temple, avec la cour du prince de Conti (1766), de Michel Barthelemy Olivier. El palacio del Píncipe de Conti del título era uno de los más reputados salones de la aristocracia parisina en cuanto a sus veladas musicales, como la de los Osuna que se citan en la escena que puse antes lo era en Madrid. Se conoce el nombre de los músicos representados a la izquierda, que se preparan afinando la guitarra, el chelista repasando una partitura y haciendo dedos al teclado empieza a llamar la atención de algunos asistentes el niño Mozart
La segunda pintura es
El baile de San Antonio de la Florida, o
El baile a orillas del Manzanares (1777), de Goya, que vemos recreada en la escena cinematográfica.
Me pone muxo el punto orgiástico este de interrelacionar música, pintura, cine y literatura que se entrecitan