Bueno, refloto un poco, y como el hilo está paradillo, si os parece os cuento la historia del último bolo:
Ah, los conciertos de la concejalía, qué sería de los músicos sin ellos... Reducto de los condenados de julio, las pobres almas proletarias amantes de la música que el turno no les cuadra para festivales ni vacaciones. Todo pintaba bien, el ayuntamiento nos pagó bien y pronto la otra vez, íbamos bien ensayados... los días anteriores fueron estresantes porque uno planea todo, y al final ya sabéis: tarde y a la carrera, compatibilizando curro con preparación del concierto y con vida a base de quitarse horas de sueño. El día anterior salí del trabajo a las 9 con la feliz idea de cenar rico y luego tocarme el repertorio en babuchas y bata antes de dormir 8 horas y repetirlo a la mañana siguiente, para llegar al escenario como un jabalí al galope. Y el demonio verde, el WhatsApp, trajo el caos. El batería de mi banda tenía un donante (el pobriño tiene insuficiencia renal de nacimiento, y lleva en lista décadas entre pitos y flautas). Total, estaba de camino al hospital de Valladolid porque, como dice él para quitarle hierro, "eso frío no vale nada". A 24 horas del bolo. Cancelamos? Pues sí, habrá que decirles que nada. Hablamos con la organización y nos dicen que se alegran claro, pero que nos cargamos la noche, aunque lo comprenden. La cantante sugiere tocar con las baterías programadas de las demos; guitarra y bajista se niegan porque les parece una soberana cutrez. Pero una vez que el promotor se enteró de que había esa posibilidad, ya no hubo quien le convenciera de lo contrario. Llamé al técnico y me dijo que cosas mucho más cutres había visto. Y todo dios que qué favor les haríamos a todos y que no daba tiempo a buscar sustituto y que qué bonito sería dadas las circunstancias (para mí un poco feo que usaran eso) y que qué bien quedaríamos ante la concejalía.
Pues nada, el menda se tira toooda la noche renderizando, mezclando (uséase, mezclando, yo), exportando y concatenando, y acabo a las 6 de la mañana; a tomar por saco el calentamiento. En fin, durmamos hasta la hora de comer, aprovechando que pedí el día en el trabajo...
No; ni de coña majo. A las 9 el hermoso sonido de un taladro a ritmo de unos buenos martillazos me sugieren que me despierte. Obras al lado. Y a las 5 hay que estar en el local para cargar. ¿Qué coño hago? Llamo a mi hermana, le cuento el percal y duermo en su casa dos cochinas horas y media antes de comer, ducharme y zumbando al local. Cargar con un calor de espanto, montar, sudada... Y a las diez y media de la noche un frío del que mola en verano, del de aquí de Invernaila. Yo me reía como mecanismo de defensa, creo.
No me extiendo más con el muermo. La cara de muerto viviente que tengo en las fotos lo deja claro, acabé hecho mierda y con ganas de meterme en la cama durante 12 horas, pero decidimos descargar todo a la mañana siguiente porque había que devolver la furgo, y porque la cantante se tenía que ir a empezar actuación con la orquesta nada más acabar el concierto. Esto a veces no está pagado tíos 🤣
Por lo demás el concierto sonó como un tiro gracias al fantástico equipo técnico que nos pusieron, amiguetes y profesionales; un brindis por los buenos mesas que no sólo hacen un buen trabajo, sino que calman tus nervios y hacen que las cosas vayan fáciles!
Perdonad la perorata, es que fue ayer y está reciente 😁
Momento
"Concentración pirubiru":