Lo bueno: Que a partir de hoy (o del día en que se publicó el artículo) miles de seguidores de Reverte que odiaban el metal no tendrán más remedio que, como mínimo, concederle el beneficio de la duda sino pasar a evaluarlo positivamente porque Reverte lo hace. También está bien saber que el bueno de Reverte no tiene el cerebro tan embotado como para desprestigiar el metal una vez ha sabido un poco más de él, aunque si cabría darle un par de collejas metafóricas por haberlo creído hasta ahora, aunque eso tiene mucho que ver con el primer punto que destacaré en "lo malo"
Lo malo: Que Reverte no tiene ni idea de música. Es un hombre de lenguaje, de conceptos, de pensamiento, pero no de arte (mucho menos del musical). Los motivos por los cuales elogia el metal son ridículos, darle validez a un género sólo porque determinados grupos hablen de temas que se la ponen dura (historia, literatura, cine, poesía, etc...) no tiene pies ni cabeza. El metal no es letra, la música no es letra, la música no son conceptos, es simplemente música, y hasta ahí Reverte no llega (algo evidente leyendo su primera línea: "No soy muy aficionado a la música, excepto cuando una canción –copla, tango, bolero, corrido, cierta clase de jazz– cuenta historias". Alguien que necesita una historia para apreciar la música es tan digno de crédito como el que necesita de ilustraciones para apreciar una novela; tan innecesaria y superflua es la palabra en aquella como los dibujos en ésta.
Lo malo: Que Reverte no tiene ni idea de música. Es un hombre de lenguaje, de conceptos, de pensamiento, pero no de arte (mucho menos del musical). Los motivos por los cuales elogia el metal son ridículos, darle validez a un género sólo porque determinados grupos hablen de temas que se la ponen dura (historia, literatura, cine, poesía, etc...) no tiene pies ni cabeza. El metal no es letra, la música no es letra, la música no son conceptos, es simplemente música, y hasta ahí Reverte no llega (algo evidente leyendo su primera línea: "No soy muy aficionado a la música, excepto cuando una canción –copla, tango, bolero, corrido, cierta clase de jazz– cuenta historias". Alguien que necesita una historia para apreciar la música es tan digno de crédito como el que necesita de ilustraciones para apreciar una novela; tan innecesaria y superflua es la palabra en aquella como los dibujos en ésta.
