1. El ego artístico. Todos discutiendo en el local porque el mejor arreglo, la mejor inversión mágica esotérica de acorde, el mejor solo que queda en la canción como un primor es... exacto, el suyo.
2. Las supersticiones técnicas: siempre viene alguien con la pájara de que poniendo las cuerdas en algo durante tanto tiempo suenan como nuevas o que clavando una herradura en la pala de tu guarricáster tienes tanto más sustain como para ir a tomarte un café y regresar antes de que la nota muera. Una de mis favoritas: si te plantas con tu mejor guitarra colgando cinco horas delante de una espejo a partir de las 3:33 am y repites "Robe, Robe, Robe" infinitas veces, se te aparece Jorge de ilegales y te abre la cabeza con su palo de hockey ectoplásmico. ¿Os suena a falso? Todas las tontunas que circulan desde cuando Hendrix tocaba jazz son falsas (lo de Hendrix, no). El guitarrista/bajista eléctrico es el músico más supersticioso que conocen los escenarios.
Las peores y más mezquinas son las que echan mierda sobre otros compañeros. Una de las peores que conozco es la fama de gafes de Pánzer, creada y difundida por el bucanero de la radio heavy por venganza, por cualquier chorrada, en su tradicional estilo. Lo peor es que, una vez que sueltas el bulo, corre como la pólvora de boca en boca por obra y gracia de la maledicencia y la envidia. En los locales de Papi, tenían su propio habitáculo en el exterior, como si fuesen apestados. El día que se nos quemó Pancho en Alcalá de Henares, yo iba de segundo pipa de Bella Bestia engañado (me dijeron que iba de técnico de escenario) en el camión del equipo de luces y sonido con el ingeniero detrás del del equipo. A medio camino, se abrió una puerta y comenzó a descolgarse el flight-case (una cajón de contrachapado grueso con cantoneras de aquella manera) de la batería cayendo al asfalto algún timbal. El ingeniero de sonido comenzó a soltarme que él ya esperaba algo en cualquier momento porque estaban gafados. Corren por ahí un montón de historias pero todo es una venganza personal del bucanero contra Fernando, el bajista, un tipo encantador. Claro, cuando Pancho se puso sobre la marca de la bomba de pólvora y se quemó de un costado entero ya se perpetuó la leyenda. Salieron Pánzer y realizaron un concierto excelente sin incidentes.
3. La paradoja solidaridad/gorroneo. Compartimos locales, instrumentos, equipo, vehículos, todo excepto cantidades ridículas como el billete de metro de Juan Márquez, bajista de Coz. En el comienzo de los tiempos rockeros, en los locales de Papi, Coz ensayaban, como muchos grupos de rock conocidos, en los locales de Papi. Allí se compartían habitaciones y había equipo de varios grupos en cada una, protegidos por la escopeta de Papi y la sacrosanta ley no escrita de no tocar lo que no era de uno. Donde ensayaban los Muro, Jorge preparaba las bombas de Bella Bestia frente a un cartel de Johnny y Mary (los dueños de Bosco, la tienda de instrumentos en Fernández de la Hoz). Rencillas posteriores aparte por la jeta de montarle otra tienda de instrumentos frente a Bosco, Johnny no dejaba de recordar a Juan que le debía un billete de metro que le había pagado hacía no sé cuánto. Yo mismo, de joven, dejaba a cualquiera cinco mil pesetas pero no perdonaba que no me devolvieran al día siguiente lo del metro, muy común pedirlo en aquellos tiempos de miseria y solidaridad.
#3 Los Panzer se lo tomaron a coña y sacaron un disco buenísimo mofándose de ello con una portada mítica.
El que sí es gafe de verdad es un cantante ya entrado en años con las iniciales J.P. del que se cuentan anécdotas muy jugosas. Pero yo tengo dos vividas en primera persona que me dejaron de piedra. Dignas de Cuarto Milenio. Desde entonces, cada vez que alguien lo nombra, toco madera. En mi despedida de soltero, mis colegas me hicieron una camiseta con su careto. Cabrones…
Otro que tiene fama de muy gafe es un cantante canario también mayor con las iniciales J.V.
Hay algo peor, una reunión de filósofos ebrios. Ahí se puede montar una guerra mundial.