Círculodequintas escribió:Demasiada gente asocia la calidad de un guitarrista con su capacidad de hacer solos y ser capaz de tocar muy rápido. Es falso y absurdo: la velocidad es una consecuencia de la práctica y no debe ser tomada como un objetivo. Lo importante es tocar bien y ser capaz de expresarse con lo que tocas haciendo buena música.
No puedo estar más de acuerdo.
Si convertimos la música en una carrera con ganadores, mal vamos.
¿Quién es el Usain Bolt de la guitarra?
No es eso, no es eso.
Si hay que reproducir un pasaje escrito, estará escrito a un determinado ritmo, a una velocidad concreta, o al menos aproximada.
Si estamos improvisando, lo normal es que acompasemos el solo al ritmo que lleve el tema.
En un momento dado, ya lejano, los músicos eran gente que se tenía que ganar la vida impresionando a la clase alta (muchos nobles sabían música o tocaban instrumentos), y además competir entre ellos. Mucha gente con sensibilidad era capaz de escribir alguna música sencilla, pero componer sinfonías u óperas (y luego estrenarlas) no estaba al alcance de cualquiera.
Muchos tuvieron que competir o buscar destacar a base de tocar muy rápido, y por desgracia una parte de los músicos han seguido entrando en ese juego, aún hoy.
Las más grandes sinfonías, óperas, o simples canciones de la historia, no pugnaban en cuanto a velocidad, sino en cuanto a belleza, innovación, o rasgos de calidad. Que probablemente es lo que más debemos trabajar en nuestro aprendizaje y práctica.
Hace unos años, con la pandemia y el encierro, uno de mis mecanismos de defensa fue estudiar piezas cortas de Chopin al piano. Normalmente tocaba canciones conocidas o estándares de jazz, pero la clásica me parecía demasiado compleja. hubo un ejemplo concreto, cierto nocturno, que me gusta mucho; el tempo en partitura viene descrito como lento, pero a base de tocarlo bastante lo podía hacer cada vez más rápido. Un buen día escuché ese nocturno en una vieja grabación de Horowitz. Con un sentido de la belleza exquisito, el maestro tocaba la pieza mucho más despacio que yo. Me dejó pensativo ¿qué estoy haciendo? No se trata de tocar deprisa, no: se trata de buscar la belleza.

