Cuando con 14 años con el dinero de una beca compré mi primera guitarra, una española de muy baja calidad y trastes como de aluminio porque los desgasté muy pronto, a esa edad uno desconoce muchas cosas y más si en tu familia nadie tocaba la guitarra. Pero yo era feliz, comencé tocando boleros y canciones románticas y eso me lleva a un día de las madres que junto con otros compañeros del colegio les llevamos serenata a cada una de las mamás. Linda época donde aún podías andar como chamaco en la calle a altas horas de la noche y no había peligros. No todos los que tocamos lo hicimos con guitarras, se unieron compañeros con maracas y pandero y alguno más solo con su voz.
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Cualquier día de los que compartí con Sergio Frago, mi amigo y gran guitarrista compañero de banda, allá por los primeros 2000. Como le echo de menos...
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Buenas
Es sensación que reviviría, sería la primera vez que vi ensayar a un grupo, en un local....ahí supe que algún día yo sería "uno" de ellos....
La contundencia que aporta un bajo, unido a una batería a pelo ( en el local de ensayo)....me dejaron perplejo........
Curiosamente elegí las 6 cuerdas, de las que en aquel tiempo ni me fijé.....
Esa sensación entre retumbe y vibración interna, fue algo adictivo......
Tenía si mal no recuerdo 13 años recién cumplidos.....
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Un día concreto es difícil decir pero se vienen a la mente y al corazón momentos mágicos en que sientes ese fluir cuando tocas con un grupo que son casi irrepetibles. Cuando todo está en su sitio y alcanzas una comunión especial con el resto de tus compañeros, contigo y con tu instrumento.
Recuerdo algunos muy especiales en directo y en el local de ensayo. Irrepetibles y que te llegan como pocas cosas.
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Empece a estudiar guitarra clásica en un centro cultural con un profesor muy hippie de la época post Beatles, en clases grupales con muchos jóvenes a mediados de los 90's porque el que era mi mejor amigo de la primaria había empezado hacía unos meses y flipé cuando me enseñó a tocar en casa unos arpegios de Metallica y rock variado. Tenia 14 años y a partir de ese momento mi vida cambio de rumbo y empecé descubrír la libertad, mucha música nueva que abrió mi mente, la guitarra eléctrica me haria olvidar de la clásica rápidamente y la cerveza, el tabaco, las fiestas y las chicas se encargaron del resto jejeje, muchos recuerdos que jamás olvidaré y posiblemente una de las mejores etapas de mi vida que no supe valorar lo suficiente en ese momento. La guitarra y la música fue el mejor punto de partida.
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Cuando fui a buscar en 1980 mi guitarra soñada, una Gibson Les Paul Custom blanca. Abrir en la tienda el estuche “sarcófago” y verla tan reluciente buffffff.
Salí corriendo hacia el local de ensayo, la enchufé al Marshall y uaaaaaahhhhhh. Y luego el primer bolo con ella ❤️❤️
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Como nunca he follado con la guitarra en la mano, reviviría alguno de esos conciertos que han salido especialmente bien y que has disfrutado como si fueras el puto Hendrix ante medio millón de personas.
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Mi primer concierto, donde dábamos clase, en los locales de una iglesia, tuvimos que empezar a las 16 de la tarde, porque el cura daba misa a las 19 y tenía que estar terminado, el último tema que me tocaba salir a mí, el fear of the dark... Como corrimos xD
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De esto hará unos 51 años, tenía 14, ya tenía la primera española pintada a pistola en un degradado entre rosa/granate y crema, las cuerdas cambiadas por unas pyramid de acero. La primera guitarra eléctrica que tuve fue una Honer de caja, una especie de versión de Gibson (mezcla entre Super 400 y L5) con los ribetes en línea blanco/negro, no crema), yo creo que debía ser de las que fabricó bajo licencia Enrique Keller en Zarautz, me la dio mi tío padrino, de uno que le debía pasta si no recuero mal. Esa guitarra no era lo que yo quería; quería una les Paul.
Y fue mi tío Tito, otro tío sin hijos y pudiente, el que nos propuso a mi primo y a mí (que teníamos el grupo Nirvana, actuando por festivalillos de colegios de Logroño) comprarnos una guitarra a mí y a mi mi primo una batería, si le ayudábamos a hacer un stand chulo en la feria de la flor y la planta que hacía poco que había pasado a ser la feria del vino. Salió ganado mi primo, que hizo poco e inventó menos. La feria local pasaba a estar ubicada en la Glorieta del Doctor Zubía, al lado del Círculo Logroñés, rodeando al instituto (por aquellos años femenino) actual Práxedes Mateo Sagasta. En aquella feria (que también me tuvo como encargado, con 14 años...) supe lo que era asumir responsabilidades para hacerme con el sueño de una les Paul (es que me pasaba las horas dibujando guitarritas y amplis en los libros de texto, bueno, y tías), un día me llamó la policía municipal que había habido un problema en la exposición, voy y me cuentan, rijosos los policías y alguno de los vecinos, que habían tenido que llevarse a un borracho al hospital. Y es que como homenaje al vino y para que se viera la eficacia de una bomba accesoria acoplada a un motocultor Pascuali,se me ocurrió colocar una cuba haciendo circuito con la bomba, era agua y permanganato de potasio, lo que veía el gentío visitante era un chorro de algo violáceo que podía parecerse a un mosto en la primera fermentación, además con espumilla. Se ve que el borracho fue por la noche y metió la cabeza en la cuba para libar, el hijoputa. La cagalera tuvo que ser instantánea.
A mi primo un Honsuy nueva a y a mí una Wonder, una copia de Les Paul usada y regulera (seguro que ahora habrá quien la saque como reliquia en Reverb por 3.000 pavos).
Pero, como era una Les Paul (o se parecía) fue mi primera guitarra que se parecía a lo de los que tenía por ídolos, Santana sobre todo.
Luego ya vinieron guitarras, todas Ibanez, compradas con lo que sacaba tocando por ahí.
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