Además de todo lo sabiamente expuesto por los compañeros, me gustaría hacer hincapié en algo menos tangible, pero que no por ello deja de ser importante. Es lo relacionado con el aspecto psicológico del aprendizaje.
Fallar es bueno. De hecho, es lo mejor que te puede pasar, si quieres mejorar. Pero no te impongas esa mejora como algo necesario, sino como la consecuencia directa y natural de innumerables fallos, correcciones, caidas, batacazos, decepciones y alegrías.
Cuando daba gimnasia en el colegio me aterraba saltar al potro. Un par de veces lo intenté y las hostias que me daba era de "videos de primera". Hasta que mi profesor me dijo que me venía observando, y que entraba al gimnasio ya mirando de reojo el potro... Hacía cualquier ejercicio soltándole miraditas al "potro de tortura", y que lo único que hacía era aumentar de esa manera mi dificultad natural con el jodido potro. El primer día que salté el potro me había bebido mi primera cerveza media hora antes. Y lo salté porque aquella mínima cogorza juvenil me hizo dejar de pensar en el potro.
Lejos de decir que te emborraches antes de practicar
, lo que intento decirte es que si te aproximas al momento de la improvisación con temor o, sobre todo, con miedo a fallar o a quedar mal con tus colegas no avanzarás en absoluto y generarás un sentimiento negativo que de nada te servirá. Que no te pese tropezar, disfruta del instrumento y no pienses en nada más cuando lo toques.
Un saludo.
Fallar es bueno. De hecho, es lo mejor que te puede pasar, si quieres mejorar. Pero no te impongas esa mejora como algo necesario, sino como la consecuencia directa y natural de innumerables fallos, correcciones, caidas, batacazos, decepciones y alegrías.
Cuando daba gimnasia en el colegio me aterraba saltar al potro. Un par de veces lo intenté y las hostias que me daba era de "videos de primera". Hasta que mi profesor me dijo que me venía observando, y que entraba al gimnasio ya mirando de reojo el potro... Hacía cualquier ejercicio soltándole miraditas al "potro de tortura", y que lo único que hacía era aumentar de esa manera mi dificultad natural con el jodido potro. El primer día que salté el potro me había bebido mi primera cerveza media hora antes. Y lo salté porque aquella mínima cogorza juvenil me hizo dejar de pensar en el potro.
Lejos de decir que te emborraches antes de practicar

, lo que intento decirte es que si te aproximas al momento de la improvisación con temor o, sobre todo, con miedo a fallar o a quedar mal con tus colegas no avanzarás en absoluto y generarás un sentimiento negativo que de nada te servirá. Que no te pese tropezar, disfruta del instrumento y no pienses en nada más cuando lo toques.Un saludo.
