Estuve el miércoles en el Metropolitano, y aquí van mis impresiones:
No soy especialmente springsteeniano, a pesar de gustarme sus discos y escucharlos con regularidad, sobre todo los primeros, cuando tenía un rollo soulero absolutamente mágico y que dejó para ir transformándose progresivamente en cantautor rockero (mucho más coñazo).
-El tío es un profesional increíble. También es que tiene el mejor trabajo del mundo, pero tiene muchísimo mérito dar el 101% de ti mismo de manera sistemática. Se le nota la edad: a nivel vocal, sobre todo. ¿Importa?: a mí no. Además es que es un señor con una enorme capacidad de conexión con el público, con una simpatía natural nada mesiánica. Soltó un discurso sobre la muerte de un amigo, y sobre la muerte, en general... un tema complicado en un ambiente festivo... y pegaba totalmente.
-La producción es buenísima, sencilla y efectiva. El sonido no era bueno aunque fue mejorando a medida que avanzaba el concierto, y afortunadamente mi canción favorita -The Promised Land- sonó razonablemente bien. Es muy difícil sonorizar esos recintos, y no parece que haya una solución definitiva para el rock de estadio.
-La banda es impresionante: Nils y Steven estuvieron geniales, con espacio para sus solos. La sección rítmica, imparable. Los tecladistas con un gusto excelente. La sección de viento, con el sobrino de Clarence Clemons a la cabeza, brutales. Los coristas (dos chicos y dos chicas) pues muy bien. Hasta la paisana que sustituye a la mujer estaba simpática, aunque casi no se le escuchó el violín...
-Cosas malas: pues igual el repertorio. Por lo visto cambia bastante, y es posible que lo que toquen hoy o el lunes me hubiera cuadrado más a mí... Las leyendas del rock son, por definición, cosas contrarias al rock and roll, a su esencia. Esa contradicción todavía no la veo superada.
-Morbo Guitarrero: la colección de telecasters (la esquire mítica) de Springsteen, la Stratocaster ajada de Nils y las Rickenbackers de Steven.
Mi sensación general no fue muy distinta a la de la otra vez que lo vi, en el 93 en el Calderón. Y todos teníamos 30 años menos.
Nos ha vendido su producto y nos ha dejado contentos, otra vez.
No soy especialmente springsteeniano, a pesar de gustarme sus discos y escucharlos con regularidad, sobre todo los primeros, cuando tenía un rollo soulero absolutamente mágico y que dejó para ir transformándose progresivamente en cantautor rockero (mucho más coñazo).
-El tío es un profesional increíble. También es que tiene el mejor trabajo del mundo, pero tiene muchísimo mérito dar el 101% de ti mismo de manera sistemática. Se le nota la edad: a nivel vocal, sobre todo. ¿Importa?: a mí no. Además es que es un señor con una enorme capacidad de conexión con el público, con una simpatía natural nada mesiánica. Soltó un discurso sobre la muerte de un amigo, y sobre la muerte, en general... un tema complicado en un ambiente festivo... y pegaba totalmente.
-La producción es buenísima, sencilla y efectiva. El sonido no era bueno aunque fue mejorando a medida que avanzaba el concierto, y afortunadamente mi canción favorita -The Promised Land- sonó razonablemente bien. Es muy difícil sonorizar esos recintos, y no parece que haya una solución definitiva para el rock de estadio.
-La banda es impresionante: Nils y Steven estuvieron geniales, con espacio para sus solos. La sección rítmica, imparable. Los tecladistas con un gusto excelente. La sección de viento, con el sobrino de Clarence Clemons a la cabeza, brutales. Los coristas (dos chicos y dos chicas) pues muy bien. Hasta la paisana que sustituye a la mujer estaba simpática, aunque casi no se le escuchó el violín...
-Cosas malas: pues igual el repertorio. Por lo visto cambia bastante, y es posible que lo que toquen hoy o el lunes me hubiera cuadrado más a mí... Las leyendas del rock son, por definición, cosas contrarias al rock and roll, a su esencia. Esa contradicción todavía no la veo superada.
-Morbo Guitarrero: la colección de telecasters (la esquire mítica) de Springsteen, la Stratocaster ajada de Nils y las Rickenbackers de Steven.
Mi sensación general no fue muy distinta a la de la otra vez que lo vi, en el 93 en el Calderón. Y todos teníamos 30 años menos.
Nos ha vendido su producto y nos ha dejado contentos, otra vez.
