Bueno, sin ánimo de querer ir de consejero, recuerdo un pequeño cuento que leí hace tiempo...
Una señora tenía un jardín donde crecían las malas hierbas. Explicó el caso a un jardinero y él le preguntó: ¿no le gustan las malas hierbas?. La señora respondió: ¡Naturalmente que no!.
El jardinero trató de eliminarlas arrancándolas todas, pero después de unos días, volvieron a brotar. Preguntó a la señora: ¿aún no le gustan las malas hierbas?. ¡No!, respondió la señora.
El jardinero intentó acabar con ellas cavando y eliminando las raíces, pero en pocas semanas volvieron a brotar.
¿Siguen sin gustarle las malas hierbas?, volvió a preguntarle. ¡Por supuesto que no!, respondió la señora.
El jardinero lo volvió a intentar, esta vez con un potente herbicida, pero las malas hierbas volvieron a crecer.
¿Aún no le gustan las malas hierbas?, volvió a preguntar el jardinero. ¡Pues claro que no!, contestó la señora.
Pues, señora... dijo el jardinero, si con todo lo que hemos hecho, las malas hierbas no han desaparecido, quizás debería ir planteándose que le empiecen a gustar.
En fin... Ya imagino que no te servirá de mucho, pero creo que hay cosas más importantes que la forma de vestir y, a veces, en la vida, hemos de saber adaptarnos a las circunstancias para poder seguir tirando; lo crucial, en el fondo, es que tu forma de ser y de pensar, si la tienes clara, no se doblegue; lo de la ropa no deja de ser una mera cuestión estética, a la que no niego su importancia, pero... en la vida hemos de renunciar muchas veces a lo que queremos, y al fin y al cabo, no dejan de ser tus padres: equivocadamente, o no, ellos hacen lo que creen que es mejor para ti, y llegados a extremos, son los que pagan la ropa, y hay un dicho, triste pero real: quien paga, manda.
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