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Riffs hechos por inteligencia artificial, ¿dejaremos de componer en el futuro?

¿Ya existen inteligencias artificiales que componen los riffs? Pues sí, y desde hace tiempo. Por ahora tienen un aspecto simple. Pero no nos confiemos, porque el año 2022 ha demostrado cómo de flexible y humana puede resultar la inteligencia artificial, al menos en un primer examen. Así que vaya usted a saber cómo puede ser el futuro de las apps que componen partes de guitarra.

Terminator

Por el momento, hay apps como Riffler o Riff Writer, que generan riffs mediante IA. Parecen dirigidas a nosotros, los guitarristas, para que juguemos a generar riffs de forma aleatoria. No tienen el aspecto de amenazar la existencia de ningún guitarrista, ni mucho menos ocupar su lugar. Pero llevados a un nivel tecnológico superior,eso podría cambiar. El siguiente vídeo, por ejemplo, ofrece el resultado de entrenar una IA de guitarra durante 30 días (Riffler), mostrando su progreso gradualmente.

¿Seremos sustituidos los guitarristas?

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Billy Corgan se pronunció hace poco sobre el tema de forma bastante pesimista, y opina que lo tenemos crudo. Seguramente exagera un poco, pero sí que coincidimos en que nuestros hijos o nietos podrían vivir en un mundo en que resulte innecesario tocar manualmente un instrumento. Si es que ese mundo no es el nuestro ya: Boomy y otras herramientas online ya entregan música libre de copyright de forma instantánea. Es de suponer que en los años venideros estas tecnologías se desarrollarán y serán cada vez más precisas.

Visto desde nuestro punto de vista, el guitarrista no debería ser sustituido, claro. Tenemos amor por la guitarra, y consideramos lo que hacemos algo muy valioso. Pero eso no tiene por qué coincidir con el punto de vista de otros profesionales de la música que tengan menos apego por el tema.

Nos vamos a poner apocalítpticos a propósito, y os ofrecemos los siguientes ingredientes para imaginar un futuro distópico guitarrilmente hablando.

El perfeccionamiento de los intrumentos virtuales

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En primer lugar, ya hay instrumentos virtuales que ofrecen sonidos de guitarra acústica y eléctrica bastante convincentes. Algo así como el EZ Drummer o Superior Drummer que muchos de aquí utilizamos, pero de rasgueos y punteos de guitarra eléctrica y acústica. Esto no es inteligencia artificial, sino técnicas de sampling muy elaboradas, adaptadas a los tiempos actuales, algo ya conocido al fin y al cabo.

Inteligencias artificiales que crean música

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En segundo lugar, ya hay, desde hace unos años, inteligencias artificiales que crean riffs de diferentes estilos que suenan muy coherentes, ya que se basan en aprender de grandes librerías de riffs reales. Pueden crear un gran número de riffs "nuevos" que podemos llegar a hacer sonar decentemente con instrumentos virtuales, sin tener que sacar una guitarra o pedal de su funda.

Las exigencias del sector musical para masas

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En tercer lugar — y ya poniéndonos derrotistas del todo — hay imaginarse a un productor sentado en su sillón, produciendo un tema de algún artista en que la guitarra no necesite ser algo en primer plano o que sustente el tema. O música para un anuncio, o para un trailer, o un remix para un evento, lo que sea. Su agenda es ajustada, y no considera que valga la pena hacer venir a nadie para grabar un mero rasgueo acústico. Lo tiene que entregar en menos de 24 horas.

La música y la herramienta con la que se hace

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Ya con esas circunstancias, uno puede suponer que una IA que "sustituye a un guitarrista" puede tener su público. Básicamente, porque ahorra tener que contratar a un ser humano cuando lo que se le pide puede igualarlo un robot.

Pero es que además, el uso repetido y continuado de ciertas herramientas va creando, poco a poco y sin darnos cuenta, un género musical. Y a veces se hace inmenso, es el ejemplo del reggaeton. Hace uso de tantas técnicas de corrección (de tempo, de afinación, de timbre) que, al final, esas correcciones se han convertido en el género en sí mismo. Su sonido ya no se entiende como un remedio para corregir un fallo, sino como aquello que lo distingue.

Por lo tanto, podría llegar a ocurrir que la artificialidad de lo creado por IA llegue a ser también algo buscado a propósito para sumarse a esa modernidad. Una modernidad que tiene su origen en la productividad, y no en lo artístico, claro, pero termina generando un público con preferencia por ella.

¿Perdurará el valor del "hecho a mano"?

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Para los que leemos y escribimos aquí, decir "yo he compuesto este riff" tiene más valor que decir "yo lo elegí este riff de entre 3 propuestas generadas por un robot". Pero visto por un productor, un artista de reggaeton o un DJ quizás no suene tan mal. No decimos, por supuesto, que no respeten o aprecien a los compositores; solamente que ellos defienden que elegir y combinar elementos para crear una mezcla también es meritorio. Y probablemente tienen razón en que lo es: si fuese tan fácil ser como David Guetta o Marshmello, todos lo seríamos.

Y el caso es que mucha parte del público comparte esa idea. Por lo tanto, podría decirse que en la música se está dando un cambio en la forma en que el público concede el reconocimiento. Nuestros hijos seguramente fantasean con ser grandes estrellas de la música, igual que lo hacíamos nosotros; pero seguramente diferimos en el por qué deberíamos merecer ese éxito. Nosotros soñábamos con el aplauso del público por tocar o sonar mejor que nadie, pero seguramente ellos no vean en eso el mérito principal. Es posible que ellos vean el tocar bien como un extra, pero no la razón principal. Si nos fijamos en figuras de la música urbana actual, parece que lo importante sea más el éxito en sí mismo que la actividad artística con la que se logra: likes en redes sociales, patrocinios de marcas de lujo, coches de alta gama.

Y justamente ese es un buen panorama para introducir una inteligencia artificial que crea música, ya que te libera de la parte laboriosa para que puedas concentrarte en otras cosas que sí juegan un mayor papel en el estereotipo actual: la actitud, la estética, y determinado tipo de mensajes en las letras. Si llega el punto en que la mayoría de artistas de éxito deciden delegar esa función en una máquina, ya no será un problema admitirlo abiertamente. Será como la raíz cuadrada: todos la hacemos a calculadora.

Alfarería

¿Y no es generalizar demasiado?

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Sí por, supuesto. Ya dijimos que íbamos a exagerar las cosas. Existen numerosos artistas que venden mucho y que ofrecen cosas hechas con los mejores músicos, y demostrando un gran respeto por cada nota grabada. Bajo estas líneas tenéis un vídeo de Snarky Puppy con sus nada desdeñables 32 millones de visualizaciones.

Y también muchísimos de artistas que aunque vendan poquísimo, son inspirados y suenan como los ángeles. Seguro que siempre existirá eso. La reflexión de este artículo funciona solamente con la mirada puesta en la música para masas, hecha con gran precisión desde el punto de vista comercial y sonoro, pero en la que no creemos que nunca el argumento artístico logre imponerse al económico.

La IA nunca será más creativa que un ser humano... ¿O si?

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Pues no tenemos ni idea: tal vez se lo podríamos preguntar a la propia IA, para obtener una escalofriante respuesta de las suyas. Pero la IA podría jugar con ventaja ya que puede almacenar probablemente un número de ejemplos muy amplio de los que aprender.

BB King

A cambio, el ser humano es probablemente más impredecible. Aunque también basa parte de su creatividad en absorber ejemplos y mezclar luego partes de ellos (sea o no consciente durante el proceso), hay muchos más moduladores en juego, como su estado de ánimo, sus experiencias personales, la herramienta empleada, la motivación, o hasta cosas más abstractas, como su forma de organizar sus recuerdos o ideas. Incluso sus fallos pueden ser, hasta cierto punto, parte de la creatividad. La experiencia del talento humano es algo complejo y con muchas facetas, y por ahora nos cuesta mucho imaginar una máquina recreándolo.

Y es que, al final, las inteligencias artificiales siguen nuestras órdenes. Por sí solas, no desean ni buscan nada, solo son una extensión de nuestra voluntad, y el resultado final siempre es juzgado como bueno o malo por un ser humano. Y por ello, siempre son, en el fondo, un reflejo de nosotros mismos, perseguiendo imitar nuestra propia capacidad.

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