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En esos enlaces hay terapias y fechas diversas, la aplicación clínica es bastante reciente. Lo cierto es que el artículo que se cita en #1 , es de una web intrascendente generadora de vistas.
Tengo, como muchos de los que hemos abusado de la presión sonora en el oído, esa patología que tanto nos afecta.
Un amigo comenzó con estos síntomas hace unos dos o tres años, luego comento su experiencia, antes de participar en este hilo he contactado con él para que me aportase datos recientes y precisos (algo muy difícil de obtener cuando se pregunta a uno que no tiene cultura del sonido). Síntomas, una serie de manifestaciones que describen un pitido (lo que entienda cada cual por pitido), a menudo constante (ocasionalmente hay a quien le viene y le va y, frecuentemente, que se percibe con distinta intensidad según las horas del día). Generalmente es un sonido percibido como de un origen interno sin que entre pòr el pabellón auditivo, y constituido fundamentalmente por series de armónicos largas. Lo primero a reseñar es que este síntoma obedece a causas posibles muy diferentes entre si.
Por si no fuera poco la diversidad de orígenes somáticos, aquí interviene otra vez (incluso de cuándo más) la percepción (la parte psicológica y la cultural).
Entre las causas a las que se atribuyen esta percepción de acúfenos (descritos como tinitus tradicionalmente) las hay de todo tipo: hipertensión arterial, otros trastornos vasculares, tumores, presión intracraneal, problemas óseos cefálicos o esqueléticos, sobre todo traumatismos, sustancias irritantes como la capsaicina,, algunas drogas excitantes, la vejez y alguno más. Lo malo es que le toca a un otorrino (o, peor, a un audiometrista) buscar un remedio, un remedio es lo que pretenden; averiguar la causa verdadera en casi ningún caso. Además, una patología que no mata, cuyos síntomas y el coste de las terapias lo reclama y lo puede asumir gente refinada y/o pudiente. Una clientela cautiva interesante para clínicas privadas.
Además al margen del abuso de los auriculares (jaculatoria argüida por los mismos cenutrios que están en contra de todo lo digital, principalmente porque se han quedado fuera, hace 70 años...). es verdad que la vida en una urbe exige nos expone a niveles considerables de sonido y, peor, son constantes.
Mi amigo se ha referido a este enfoque reciente, la mayoría de los que conoció eran músicos o gente del mundo de sonido profesional. Él fue tratado por el doctor Denia Lafuente, no dispone de cifras de acierto; con él no funcionó, ni ésto ni una terapia cognitiva basada en la sustitución de sonidos por colores a cargo de un equipo ruso, ni tampoco tras terapias que le han hecho gastar tiempo y dinero, se va acostumbrando a convivir con ello.
A mí (y ya se lo señalé cuando me lo contó) me parece que el problema de las terapias auditivas, más que otra cosa, es que los afectados no tienen costumbre de manejar el sonido, lo desconoces todo de ese sentido y es casi lo mismo que los viejos idiotas que dicen no mejorar nada con los audífonos (por cierto, hoy he cumplido los años que me confieren la condición de viejo), y es que miniaturizar un sistema de reducción selectiva del ruido y la aplicación de una curva complementaria, lo uno y lo otro a tiempo real, está a décadas de entregarlo a la clientela general, los audífonos son muy groseros en su actuación; pero alguien que esté acostumbrado a trabajar con transductores lo que son capaces de mejorar (algo) lo van a poder manejar mucho mejor que un tarugo.
Yo, que he basado gran parte de mi trabajo precisamente usando las frecuencias complementarias (para restauración y remastering) creo que esta técnica puede ser provechosa en algunos casos; pero mientras se siga sin averiguar de forma afinada las causas de cada caso, a probar, y ésto no creo que lo cubra Madrid Salud.
Intentaré pasar mi sesenta y cinco cumpleaños de la manera mejor posible, de momento y a renglón seguido con una siesta (la falta de sueño, otra causa reconocida); eso sí, con unos audífonos intraurales, total para lo que hay que oír...
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