Ya puestos, os voy a contar la historia de cómo conseguimos el primer amplificador de guitarra en los 80, un Talmud, o algo así, que me corrija Fernando si él lo recuerda mejor. Un sábado por la mañana, el Juanito, nuestro cantante,que vivía de vender cosas ilegales, me pidió que le acompañase a casa de un nota que le debía dinero. El tipo vivía por el Rastro, en un piso de esos con corrala, un antro de camellos todo lo cutre que podía ser eso en 1984. Llegamos allí, llamamos a la puerta, no abría nadie, y entonces Juanito le arreó una patada y entró. El tipo estaba dentro, completamente pedo. Charlaron un rato y acordaron un pago en especias: unos tripis, algo de fumar y, por supuesto, la joya de la corona, el Talmud.
Esa tarde quedamos con toda la peña en casa de Juanito, había fiesta asegurada. La gente empezó a llegar a las cinco, y después de un rato de avituallamiento nos pusimos a tocar. O sea, era un ampli de 50 watios a pura válvula, sonaba como un cañón. Juanito vivía en un bajo de unos 30 metros, realmente pequeño. Bueno, el caso es que empezamos con la tralla, y entonces nos empezaron a subir los tripis. Fue la rehostia, en ese momento me sentía como el puto Jimmi Page en un concierto de Led Zeppelin. Mis manos se movían a toda velocidad, no fallaba ni una nota, en fin, de traca. Estuvimos así cerca de una hora, y cuando ya no podíamos más del pedo, decidimos salir a dar una vuelta. Y entonces nos encontramos a TODOS los vecinos del bloque con la policía. Llevaban llamando a la puerta media hora y no los oímos.
Por cierto, Juanito grabó el ensayo con un radiocassette, y cuando dos días después, y asin resaca, lo escuchamos, fue absolutamente espantoso, un ruido demencial, nada de melodías, joder, parecía un puto aquelarre. Así que, amigos, moraleja: LAS DROGAS NO TE HACEN TOCAR MEJOR.