¡Feliz año 2026, guitarristas!
Aquí estamos todos, un año más, con nuestra guitarra en una mano y la pedalera en la otra. Listos para otro asalto, preparados para otro año defendiendo nuestro valor como músicos y creadores. ¿La IA nos come? Posiblemente, pero aún no lo ha hecho, así que sigamos tocando. Ella, mientras, que nos haga las portadas de los posts, o imágenes molonas como esta.
Tampoco hay que ser tan derrotistas, caray. Ya solo nos podemos reír al pensar cómo, hace años, nos avisaban de que el fin de la guitarra eléctrica estaba cerca. No es que el instrumento sea el centro de atención precisamente, es verdad que pocas guitarras vemos en el mass media — pero, ¿qué instrumento lo está? A todos los instrumentos les va prácticamente igual del mal en el mainstream, y aunque digan por ahí eso de "mal de muchos, consuelo de tontos", al menos significa que los guitarristas no estamos haciéndolo mucho peor que los demás.
Para mí, este año va a ser mágico. He vuelto a ser padre hace poco, y además en febrero cumpliré mi primera década como redactor de Guitarristas. Han sido 10 años, 3 oficinas diferentes, muchos viajes por Europa y EEUU, literalmente cientos de pedales, amplis y guitarras los que han pasado por mis manos. Ha sido una aventura que cambió completamente mi forma de ver el mundo, y entender para qué sirven realmente las herramientas de las que escribimos y hacemos vídeos a diario.
Después de esos años, estoy seguro de algo: hay cosas que tienen su esencia en el proceso, y no en el resultado. Mi hija, que va a parvulario, se enfada si no le dejas a ella hacer las cosas, aunque no tenga ni idea de lo que hace. Sabe que tendría el resultado inmediatamente si nos pidiera ayuda, pero es que ella no busca el resultado. Busca ser la que realice la acción. Eso es el motor de nuestra especie.
No está tan lejos de lo que sentiríamos si entráramos a grabar un disco al estudio y el productor nos quisiera sustituir por alguien que lo toque mejor, o incluso por una IA que lo toque por nosotros. Pero en el fondo de nuestro corazón, estamos allí por grabar el disco, no para simplemente, obtenerlo. Ya sabemos que el disco sonará mejor si lo graba Bruno Mars por su cuenta. Ya sabemos que la IA lo hará en minutos, sin tener que tocar ni un acorde.
Somos superables fácilmente, no es ninguna sorpresa eso, ya ocurrió en el pasado con otras de nuestras capacidades como humanos. ¿Pero qué gracia tendría existir entonces? ¿Para qué existe el atletismo si yendo en moto corres más?
Por eso, el mercado de los instrumentos musicales sigue con una salud envidiable, incluso aunque en los videos de artistas no salga ni una armónica. Y los fabricantes no paran de esforzarse en que la experiencia con sus productos sea más y más divertida; porque lo que importa, es el disfrute del proceso, y ellos lo saben. Nuestro tiempo de creatividad, explorando y creando, incluso aunque el resultado jamás vea la luz, ya lo justifica todo.
Así que la IA que haga lo que sea que la IA tiene que hacer. Nosotros nos vamos a seguir divirtiendo.
¡Feliz 2026!


