La muerte de un copista cisterciense

frasco
#1 por frasco el 27/01/2011
Desde que Roberto Molesmes sublimó la idea de volver a los orígenes y su fiel carismático seguidor, Fernando de Claravaal le diera dimensión universal; el cister vino a restaurar la regla benedictina, a rechazar la holganza y la holgura con que las distintas órdenes católicas gozaban sus privilegios.
Eran ejes de su revolucionaria visión la estricta observancia de la regla, el ascetismo y el rigor liturgico... Así como imponer el trabajo, disciplinado y constante como el medio para el engrandecimiento del catolicismo y el desarrollo social de la tierra.

Este bien heredado promovió otros valores aparejados de importancia cardinal, como demuestra aún su patrimonio artístico, arquitectónico y cultural.

El triunfo de esta idea inunda con caroscuros todo occidente desde el principio del siglo once hasta la revolución francesa. Fruto de esto mismo y dependiendo de quien aplicara la doctrina nos queda desde algo tan nefasto como la inquisición hasta algo tan excelso como las universidades.




La muerte de un copista cisterciense


Corría el año 1440 en la vida entregada de este copista, que de tan abnegado y constante ya había perdido la totalidad de las pestañas y andaban despoblándosele las cejas; pues se olvidaba de si mismo y alargaba las jornadas de trabajo bajo la exigua luz de una vela, mas allá de lo humanamente recomendable.

Un copista experimentado era capaz de transcribir dos o tres pliegos por día, y reproducir un manuscrito completo podía ocuparle incluso mas de un año. Él no paraba hasta haber completado con una pulcra caligrafía el cuarto folio de cada día.

Ramón Sgaelanio, nuestro copista, había intentado ser iluminador, pero de boca de su maestro solo habia recibido reproches ante lo que se suponía una falta total de talento y fue redirigido como copista.

Ramón, o Ramoncín, como era conocido en sus tiempos de aprendiz, no es que careciera de talento, es que su pulso tembloroso no le permitía manejar con destreza el plumín, y tampoco no había sido dotado de la armonía suficiente para la conjunción del color.
Hoy en dia diríamos que Ramón era daltónico, pero pese a sus limitaciones como iluminador, supo buscarse el hueco en alguna profesión donde no hiciera falta demostrar a diario su valía, y tanto que destacó hasta alcanzar el reconocimiento del mismísimo papa Eugenio IV y hasta el mismisimo Felipe V pretendía sus favores, pues la calidad de sus escritos superaban con creces la de los copistas de la corte. Hoy también, aunque trabajador y constante, era además soberbio y celoso de sus logros. Recordaba con sorna cuando su maestro iluminador le recordaba que era como aquel cantante, que de tanto desafinar se convirtió en organista, pero que de tan incapaz para llevar el ritmo fue relegado a follador, y que de holgazán y endeble para el menester no hubieron otro modo de quitarlo de en medio haciéndolo director del coro.

Y así era el pobre Sgaelanio, su renombrada fama no era fruto del talento, sino de haber sabido llegar al sitio donde menos falta hacia demostrar a diario que carecía completamente de virtudes: era director del scriptorium.

Los copistas e iluminadores a su cargo realizaban el trabajo bajo su mando férreo, pues recordaba uno a uno todos los desmerecimientos que había recibido de sus maestros y se empeñaba en descubrirlos en sus subordinados. Sus propios escritos de "pulcra caligrafía" no eran mas que garabatos en los que anotaba las prebendas que obtenía, de forma mas que cuestionable, por el trabajo de los demás. Ya se cuidaba Ramoncín de no dejar que nadie constatara la pobre calidad de sus trabajos y encargaba a algún copista bajo su mando cualquier nota que tuviese que salir del scriptorium.

Pero el dia aciago en que el sol salió de nuevo para dignos e indignos miembros de su congregación, fue la víspera de Pentecostés de aquel 1440. Sobre el atril de su laboratorium encontró una simple hoja de papel en la que, en un alemán poco elaborado, se describían una a una las medidas que habían de tomar los habitantes de las ciudades de la Hansa teutónica para prevenir una inminente pandemia de peste que amenazaba con asolar el pais.

El texto nada tenía que ver con su trabajo, así que supuso que habia sido dejado allí para su evaluación. Miró y remiró el burdo escrito intentando identificar la impronta de algún copista, quizás los rasgos diferenciadores de alguna escuela de caligrafía, pero pese a no haber un mérito excesivo en aquella transcripción, tampoco había nada reprochable a su tipismo, salvo quizás el modo impersonal en el que había sido ejecutada la labor y lo poco cuidadoso con algunas pequeñas gotas de tinta que maculaban el blanco papel.

Por mas que pregunto a sus copistas, al los iluminadores e incluso a los tinteros encargados de mezclar los pigmentos y de elaborar las tintas por aquel papel, nadie supo darle referencias sobre el origen y motivo del mismo.

Entonaba la oración de la hora sexta, cuando vio aparecer por scriptorium a su viejo maestro, ya encorvado por el paso de los años, que portando portando un abultado legajo, con pasos no por mas renqueantes menos decididos, enfilaba hasta el puesto que ocupaba su laboratorium en la inmensa sala.

Sgaeliano levanto la vista y los brazos en señal de sorpresa y afectación y acompañó en sus torpes trastabilleos al pobre anciano hasta el banco junto a su atril.

Su maestro, allí en el scriptorium, era para sorprenderse.

Teodoro, que así se llamaba el maestro, tenia la costumbre de volcar un tintero repleto sobre la cabeza de los aprendices en el dia en que se incorporaban al trabajo, y era por todos conocido a sus espaldas como "el bautista".Teodoro, o Teddy cuando joven, o el bautista para sus aprendices había dirigido también con mano firme el scriptorium, pero al contrario que Ramón, sus logros, sus avances y sobre todo el talento en su oficio lo hacían merecedor del puesto. Hacía ya mas de 15 años que había sido depuesto para que Ramoncín lo sucediera. Pese a que aún gozaba de muchas prebendas de su antiguo cargo, así como de una pensión vitalicia que superaba los trescientos mil ducados, juró que no volvería a pisar el Scriptorium hasta el dia en que su sucesor cesara. Sin embargo, sorpresivamente allí estaba.

- Querido Maestro, Padre Teodoro ¿a que nos honra con su presencia?
-Déjate de falsedades melifluo Ramoncín ¿acaso piensas que por viejo he perdido la memoria? ¿acaso pequeño cantor reconvertido en director de orquesta crees que he olvidado quien eres y de donde vienes?
- ¡Ah viejo Teddy! nada bueno podría yo esperar de Teodoro El Bautista. Sabe padre tan bien como yo que nada hay que puedas traerme salvo sus reproches.
- ¿Constataste ya tu propia incompetencia para otra cosa que no sea vivir de los réditos de los profesionales a los que tiranizas? Si he venido no ha sido para recordartelo. Juré que no volvería al scriptorium hasta tu muerte y aquí me hallo.
- Pues ya me ve, padre, vivo y coleando.
-¿leiste, indigno Ramón ese papel en germánico?
- Sí ¿acaso augura que moriré de la peste? No lo creía tan necio.
- No mi pequeño usurpador, desgañitador de canciones, sandio organista y perezoso follador. La peste no será tu muerte, pero en verdad ese papel augura la proximidad del día en que pagues a Caronte el viaje al otro lado.
- ¿Acaso este mediocre escrito ha salido de sus manos? Maestro, no pensé que la edad hiciera tanta mella en su talento para parir tan desaliñada ortografía.
- ¡Cuán osada es la ignorancia! Ese papel no lo ha escrito nadie. Es fruto de un ingenio alemán capaz de estamparlo en lo que tu tardas en mojar tu pluma.
- ¿acaso intenta decir...? ¡Miente!
- ¿Mentir? No he llegado a viejo por mentir. Un maravilloso artefacto eso que llaman imprenta, su inventor guttenbert asegura que pronto podrá poner en marcha uno de estos en cada sede y sustituirá a los copistas por máquinas.
- ¡No es posible! eso supondrá...
- Sí, supondrá que la sabiduría estará al alcance de cualquiera.
- No, me niego a aceptarlo viejo loco. Si de verdad ese ingenio existe, con la imprenta morirá la cultura...


Teodoro abrió el legajo y de sus manos de pergamino cayeron al suelo cientos de copias del mismo escrito en alemán. Sgaeliano tomó dos entre sus manos e incrédulo otros cuantos más. Comprobó que en todos existía la misma mancha de tintas que en principio achacó al descuidado trabajo de algún copista. Si la imprenta no existía, aquellas copias no solo habían sido escritas por una misma persona, sino que en cada una de ellas se había empeñado en cometer exactamente los mismos errores.

Abatido y sin presencia de ánimo desfalleció sobre el hombro de su maestro.

- Sgaeliano, haces mal en interpretar esto como la muerte de la cultura. Solo un necio como tu puede sostener que un avance técnico puede atentar contra algo que desde un principio debería haber sido de dominio universal. Si algo debe morir es el copista, pues queda sin razón de ser.

Y tendiendo la mano alcanzó un frasco que contenía tinta verde cuya base era el cianuro de oro.

- Sgaeliano, mi viejo aprendiz de todo y ahora maestro de nada. Otros vendrán a hacer lo que ahora nadie hace, y sin embargo tu, seguirás como hasta ahora, sin hacer nada.

Levantando aquella tinta verde hasta los ojos de su antiguo subordinado ordenó: bebe. Y Ramoncín bebió. Entre cortorsiones de agonía, aquel copista que nunca hubo copiado nada volvió a afirmar: Conmigo muere la cultura.


Fin.


Pd.- Dedicado a la ministra Sinde(coro) y a todos aquellos que, como el copista necio, ocupan puestos que no merecen y encima se creen precursores de no se que valores, que intentan criminalizar a todo aquel que no ve las cosas como ellos, que se presentan como la única faceta, la única vía; que se erigen como abanderados de la cultura sectaria y unidireccional de una industria abonada al logro de resultados espurios de los que no son merecedores, cuyo objetivo es siempre un balance creciente que pueda ser traducido en divisas o en royalties. En definitiva se lo dedico a todos aquellos que ven en internet lo mismo que Ramon Sgaeliano vio en la imprenta. Nunca hubo mas cultura que hoy. Donde no es la industria la que decide que se divulga, que se impone o que se prima; como ejemplo hasta yo puedo hacer públicos mis pensamientos sin necesidad de recurrir a la benevolencia de las "cartas al director" de cualquier prensa sectaria.

:leyendo:
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Thorin
#2 por Thorin el 27/01/2011
Sencillamente ....buenisimo!!!!

Te mereces un +100!!!

Salud!!
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Mr.Crowley
#3 por Mr.Crowley el 27/01/2011
¿Es tuyo el escrito? ¡Me parece genial!
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ithosu
#4 por ithosu el 27/01/2011
Me he quedado ojiplático.

Que bueno.
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Rubio
#5 por Rubio el 27/01/2011
Que cabroncete estas hecho.....ten cuidao no venga alguien a ponerte una demanda :risa:
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fixia
#6 por fixia el 27/01/2011
El que no te conozca no sabe hasta donde puedes llegar,genial como siempre tu intervención.Bye compañero.:saludo:
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Metillico
#7 por Metillico el 27/01/2011
Me quedo anonadado:aplausos:. Tremendo ese frasco venenoso.;)
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Rubio
#8 por Rubio el 27/01/2011
metillico escribió:
Me quedo anonadado:aplausos:. Tremendo ese frasco venenoso.;)


Y luego soy yo el ironías :shock:.....no le llego ni a la suela de los zapatos al maestro
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Metillico
#9 por Metillico el 27/01/2011
Rubiolus escribió:
Y luego soy yo el ironías :shock:.....no le llego ni a la suela de los zapatos al maestro


No mi pequeño usurpador, desgañitador de canciones, sandio organista y perezoso follador.:p:risa:
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Rafa Cañete
#10 por Rafa Cañete el 27/01/2011
Artista, eso es lo que eres amigo, un artistazo. :aplausos::aplausos:
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mcgiver
#11 por mcgiver el 27/01/2011
Muy bueno, Frasco. :aplausos:

Solo tengo una duda:
¿Seguro que Teodoro era tan bueno como lo pintas? :p
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Metillico
#12 por Metillico el 27/01/2011
Es ficción, Edu, es ficción.:disimulo:
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