La Estrella del Pop

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pacodetorres
#1 por pacodetorres el 07/01/2023
Un cuento que dejaron los Reyes en mis zapatos para todos vosotros. Saludos.


La Estrella del Pop.

Los chicos le han cogido el gusto a las inocentadas complicadas y retorcidas, esto ya es un hecho; encima no puede enfadarse, al fin y al cabo fue él quien empezó con ello. Es por eso que, sin acabar de estar seguro si la llamada era una broma o no, ha acabado sentado a la una en punto en una mesa del restaurante del Hotel Ritz, en la plaza de La Vendôme de Paris.
No le han dado una mala mesa, pero a él le parece que las hay de mejores, de entrada todas las de la terraza, montada en el interior del invernadero adosado a la sala principal, una estructura de hierro y vidrio –grácil y voluminosa simultáneamente– que podría ser obra del mismo Eiffel. Una señorita hermosa e inflexible le ha negado antes una mesa allí, entre las palmeras y los arboles de la goma, aduciendo que era imposible, que estaban todas reservadas y a continuación con su gesto le transmitió de que debía considerarse afortunado con que le dejasen sentar su flaco culo en una mesa de la sala contigua. La Estrella del Pop es un alma sensible que se fuerza a dejar de mirar hacía el invernadero como un niño observa el escaparate de una pastelería y concentra o al menos intenta concentrar su atención en la puerta de entrada al restaurante, mientras juguetea con su copa, la segunda, ya casi vacía. Al menos el camarero no se ha presentado a preguntarle otra vez si deseaba la carta, parece que ha aceptado su explicación ­–primero en castellano y después en su torpe inglés­– de que está esperando a más gente. Es lo mismo que le ha explicado a la chica de la entrada, la que ha parecido muy sorprendida del optimismo de él y sus amigos: quedar en la plaza de la Vendôme, en el Restaurante del Ritz, sin preocuparse de hacer una reserva y además querer una mesa en la terraza acristalada ¡que atrevimiento!.
De mesas en el invernadero, entonces como ahora, hay bastantes vacías. Si están reservadas, ¿cómo es que sus ocupantes no han aparecido todavía?, ¿por el mismo motivo qué la mujer de la editorial –si es que existe– no lo ha hecho? Aquí en París ya es bastante tarde para comer y aunque no lo fuera él tiene hambre. Está ligeramente bebido y tiene hambre. Tres minutos más y aceptará que se la han jugado y puede que acepte la carta del camarero y pida algo para comer. Ya arrostrara luego las burlas y los chincha rabiña de los chicos.
En una de las mesas de la terraza acristalada, sentado solo, hay un hombre, que también parece esperar, un setentón alto y fuerte vestido con tejanos y una camisa sencilla bajo un chaleco de plumón muy fino, su cara le ha parecido conocida desde que entró y con el aburrimiento su cabeza vuelve una y otra vez a hacerse la pregunta ¿quién es ese hombre?, ¿de que puedo conocer su cara? La respuesta le viene inesperada, ¿puede ser AO?, AO el magnate de la confección, el hombre que alguna vez ha sido considerado por Forbes el hombre más rico del mundo. Podría ser él o no, es una cara que solo ha visto en fotografías granuladas acompañando artículos en los diarios que ha leído en diagonal. El hombre parece cansarse de que le observe –ya le ha descubierto con la vista fija en él varias veces– y le devuelve una mirada pétrea que La Estrella del Pop no sabe interpretar. Quizás con ella le está diciendo que deje de mirarle ya. Puede comprender ese deseo. A él también le molesta cuando quién sea se le queda mirando con cara de bobalicón y la duda en la mirada. Más que molestarle le preocupa. Los fans saben quién eres, te piden un autógrafo, o se deshacen en risitas, te sientes cómodos porque crees saber que esperar de ellos. Los tipos que simplemente te miran –muchas veces, durante mucho rato– acojonan un poco, Uno siempre acaba pensando en John Lennon y no es que quiera ponerse a su altura. Fans, la Estrella del Pop a veces se ha sentido arrinconado, la línea entre la gratificación y el terror puro es muy fina, Bueno, aquí no se sentirá así, está en París, es un desconocido, no es Barcelona, ni siquiera Madrid, nadie se acercará a la mesa a pedirle hacerse una foto junto a él. Aunque sería estupendo, así se le bajarían los humos al posible AO, allí sentado en su trono de la mesa del invernadero. O no. El solo es un músico, un cantante, al que el mainstream considera tirando a underground y el underground, el Indy que se tiene por autentico, se niega a reconocer que existe.
Se está deprimiendo, como siempre que le baja el azúcar, ¿el alcohol no debería mantenerlo alto?, necesita comer. Necesita que mademosille –¿como se llamaba?– aparezca de una vez, o que quién lo haga sea la panda, riéndose de él y poder al fin pedir algo para comer.
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pacodetorres
#2 por pacodetorres el 07/01/2023
Un tipo llega a la puerta –sesenta años, ancho, sonriente, media melena tirada hacia atrás– y saluda a la cancerbera, esta parece reconocerlo y envuelta en un mar de sonrisas se desvive por cumplimentarlo mientras por gestos llama a uno de los camareros, este parece tomarlo a su cargo y le abre camino hacia el invernadero, pero la mirada del desconocido se encuentra con la suya cuando pasa a su altura y primero se detiene, y después abandona la estela del camarero para sorteando las mesas que les separan dirigirse hacía él con un gesto de reconocimiento en la cara.
–Tú eres La Estrella del Pop.
No ha sido una pregunta, sino una afirmación. La Estrella no acierta más que a medio levantarse y ofrecerle la mano, ¿será este hombre su cita? Él espera a una mujer o ¿lo ha entendido todo mal?, el francés no es su fuerte, ni su débil, prácticamente no existe. El desconocido durante este segundo de duda se ha vuelto hacía el camarero –que ha regresado sobre sus pasos–, para decirle algo –en francés, claro –que al garçon le parece estupendo y seguidamente derrumbarse en la silla libre frente a la de La Estrella del Pop, que decide volver a sentarse. Cuando sus posaderas tocan la silla el desconocido hace un gesto de desagrado, vuelve a levantarse y comienza a sacar objetos de sus bolsillos –dos teléfonos móviles, varios juegos de llaves, una billetera muy voluminosa, un porta tarjetas de esos que dicen que están blindados e impiden que ningún listo te pueda clonar tus tarjetas en el metro y un clip que parece de oro que sujeta un puñado de billetes grandes, esto último se lo vuelve a guardar en el bolsillo lateral derecho de su pantalón y liberado de todos estos objetos, se arrellana de nuevo en su asiento –con la ayuda del camarero, que le ha retirado la silla– con un gesto de satisfacción, mientras dice como para si:
–La Estrella del Pop, que suerte.
La Estrella está a punto de decir no sabe el qué, pero el desconocido ha reconocido al posible AO en el invernadero y lo saluda con la mano, este le devuelve el saludo con una amplia sonrisa, para después parecer reñirle amistosamente agitando su dedo índice de adelante a atrás frente a su nariz, todo esto antes de volver a su conversación con una mujer que La Estrella no ha visto aparecer.
–¿Para beber champagne?, ¿Le parece?, ¿estamos de acuerdo?
La Estrella continúa sin poder meter baza en el monologo del desconocido, del intruso, que ahora pide al camarero en francés un montón de cosas, de las que no consigue retener el nombre, quitando de, claro, champagne, pate y puede que huîtres.
–Bueno, La Estrella del Pop, ¿Solo en una mesa del Ritz de la plaza de La Vendôme? ¿a quién esperas?
–Por un momento pensé que a usted.
–¿A mí?, ¡Ah entiendo! ¿Tú cita no se ha presentado?, ¿Ella es francesa?, ¿española? Si es francesa y quedasteis para comer ya no lo hará, Si es española tienes una posibilidad. ¿o no esperas a una joven?, ¿a un grupo? Yo… ¡Eh!, ahí están mis amigos.
El desconocido vuelve a levantarse y se pone a hacer gestos hacía la puerta donde un hombre –alto, sobre la frente muy ancha un flequillo espeso de cabello lacio tirado a un lado– al verle interrumpe su charla con la chica de las reservas y se dirige hacía ellos llevando del brazo una mujer rubia –hermosa, elegante, en la cuarentena–, que tiene tiempo de dejarle una sonrisa a la chica de la puerta antes de entrar en el salón.
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pacodetorres
#3 por pacodetorres el 07/01/2023
La Estrella del Pop duda si levantarse de la mesa para recibir a los recién llegados o no, desde luego le son tan desconocidos como este tipo que ha invadido su mesa, que no está en el invernadero, pero desde luego es su mesa. Se pregunta si debería tratarlo como al equivalente a los tipos/tipas que se cuelan en el camerino y descubres al final del concierto con cara de ansiedad y muchas cosas que contarte, pero no se ocurre como poder hacerlo en este momento, los dos hombres están muy ocupados haciéndo el teatrillo de no parecer muy contentos de volverse a encontrar y se han agarrado el uno al otro por los antebrazos mientras gruñen entre dientes unos segundos antes de fundirse en un abrazo. La mujer rubia simula cómicamente perder la paciencia y tiende una mano –fina, dorada, adornada con dos anillos grandes y coloridos que parecen de otro siglo– a La Estrella del Pop.
–Please allow me to introduce myself, I´m Trinidad.
La Estrella del Pop descubre que en algún momento ha vuelto a levantarse, solo acierta a sujetar la mano de la mujer blandamente y preguntar:
–¿Trinidad?, ¿Trinity?.
–¿Eres español?
–Ep, sí, de Barcelona.
–Yo también, ¿qué casualidad?
Este principio de conversación es interrumpido por la llegada de lo que parecen media docena de camareros cargados de bandejas. Los hombres han acabado con su demostración de cariño y comienzan a sentarse, pero el primer desconocido parece cambiar de opinión y con grandes gestos lo impide.
–No, no os sentéis así, en una fiesta las parejas no han de sentarse juntas.
–¡Rafael!, esto no es una fiesta y Miguel y yo no somos pareja -se queja Trinidad.
–¿Eso significa que todavía puedo tener esperanzas?
–Dejate de tonterías.
El trío de desconocidos –o ya no tanto, la mujer se ha presentado correctamente a la Estrella del Pop y de la conversación deduce que el nombre de los hombres es respectivamente y por orden de aparición Rafael y Miguel– parecen dar vueltas alrededor de la mesa sin decidirse a sentarse mientras hablan en tres idiomas diferentes, hasta que el posible AO –que con la mujer que le acompañaba del brazo ya abandona el local– se para un segundo junto al llamado Rafael para susurrarle algo al oído, Este tras parecer reflexionar por un instante hace exageradas negativas consiguiendo que AO vuelva a reñirle silencioso con el dedo índice antes de volver a acercarle los labios al oído para continuar con sus confidencias durante unos segundos en que todo el mundo parece esperar respetuosamente, menos los camareros que deciden que ya está bien de hacer la estatua y se ponen a flambear no se sabe bien que y a continuación comenzar a repartirlo entre los comensales, todavía en pie, en platos de porcelana gigantescos. Lo que sea le huele estupendamente a la Estrella del Pop, está decidiendo sentarse y dejar a su aire a los hombres, cada vez más interesados en continuar su conversación en susurros que en la comida, cosa que a la Estrella del Pop en este momento le parece algo mucho más interesante. No llega a decidirse, vuelve a tener a Trinidad frente a él que parece haber emergido de entre los hombres. Su cara ha cambiado, ahora es una mezcla de comprensión y quizás… ¿preocupación?
–Tú eres La Estrella del Pop.
La Estrella está dispuesto a reconocerlo, pero no le da tiempo ella continúa.
–Tenía que haberte reconocido inmediatamente. Hubo un tiempo en que era la espectadora perfecta, no me perdía nada, bueno exagero, eso es imposible. La verdad es que me leía la sección de espectáculos con dedicación, aunque, he de reconocer que prestaba más atención al cine, al ballet, a esas cosas que… a la música moderna.
Estás dos últimas palabras han sonado en su boca como si hubiese dicho necrológicas o arena para gatos o vete a saber. La Estrella del Pop no sabe si molestarse, no le da tiempo, Trinidad, la espectadora perfecta ha girado sobre sus talones y le ha soltado un revés bastante contundente en el brazo a Rafael.
–¿No estarás pensando en volverlo a hacer?
El tono de su voz –remarcado por el estampido de la obertura de una botella de champan que ha sonado como un punto final muy contundente– consigue que la reunión masculina se disuelva en un instante, AO del brazo de su acompañante huye hacía la salida, dejando colgado en el aire un saludo de su mano para La Estrella del Pop –el cual se siente vindicado–, los camareros encuentran muchas cosas que hacer que les obligan a mirar al suelo y el acompañante de Trinidad –¿Cómo han dicho que se llama?, ¿Miguel?, sí eso, Miguel– huye hacía su puesto en la mesa donde se tapa la sonrisa con una tostada de foie.
–No, sí, a lo mejor. ¿yo qué sé? Estaba aquí. No lo sé, primero comamos foie, es el mejor de París, de toda Francia, creo que lo hacen en algún lugar del Sur de China.
Miguel ríe exageradamente el chiste, Rafael se sienta, Trinidad arruga la nariz, mira alrededor, decide que no va a montar una escena, todavía, y se sienta también. Ahora es La Estrella del Pop quien se encuentra de pie, contemplando a tres desconocidos que despliegan sus servilletas y se dejan servir champagne por los camareros en la que era su mesa y ahora desde luego ya no lo es. Un camarero junto a él le está mirando con una interrogación en la mirada y una bandeja de magret de pato en las manos, La Estrella se rinde, se sienta, toma una tostada de foie y se la lleva a la boca, mientras mastica se dice que hay que aceptar lo que el rio de la vida te trae sea bueno o malo, total no vas a convencerlo de que se largue por donde ha venido.
–Dijiste que lo dejarías, que habías aprendido la lección.
Es la voz de Trinidad que parece hablarle sobre todo a su plato. Una voz de maestra decepcionada que solo consigue que Miguel se eche a reír, Rafael le mira compungido un segundo, solo uno, antes de comenzar a partirse él también. Trinidad arruga aún más la nariz, La Estrella del Pop bebe de su copa y ahora come magret de pato; es excelso.
–¿Cuándo lo dejaste?, ¿cuándo la chica te zurró la badana? –dice Miguel, puede que imitando la voz y la pose de Trinidad.
–Era, es una chica enorme –contesta Rafael.
–Y te zurró la badana.
–Ya lo creo que me la zurró.
–No lo puedo entender.
–Yo, tampoco, todo iba como siempre yo le estaba explicando mi hobbie y cuando acabó ella me pregunta algo así como ¿y no vas a probar conmigo? Y yo le digo, que no que ella es una chica y tal. Yo sonrío creyéndome muy… algo y ella me suelta la primera.
–¿Bofetada?
–Hostia, como un pan de grande, y yo me quedo allí pensando ¿qué ha pasado?, ¿es esto real? Y me zumba la segunda y la tercera y yo me levanto y salgo por patas antes de que me suelte la cuarta, todavía continúo mirando a mi espalda de cuando en cuando.
Los dos hombres ríen, hasta Trinidad no puede evitarlo y le sale una risita entre dientes.
–Bien merecido lo tienes.
La Estrella del Pop se acaba la copa, esta no ha tocado la mesa que un camarero se materializa a su lado y se la llena. Nadie va a presentarse preguntando por él ya, seguro, –decide–, lo de la editorial francesa, la traducción de su libro, una broma, seguro que lo era, ¿como pudo llegar a creérselo? Porque era agradable acariciar la idea. ¡Editorial francesa!, Como pudiste tragártelo, busca tu libro en las webs de segunda mano, ya veras a que precio se lo saca la gente de encima. Pobre Estrella del Pop, siempre a punto de ser algo grande, algo realmente grande, siempre quedándose a medio camino de… Olvidalo, no lloriquees, los Ramones nunca fueron un grupo de grandes estadios, fueron los Ramones, quizá ese es el secreto ser quién eres.
Sus compañeros de mesa parecen debatir otro asunto en ese momento, algo sobre una galería de arte en Lima que ha cerrado, La Estrella del Pop descubre que ahora tiene una pieza redonda de carne roja adornada con granos de pimienta de diferentes colores en el plato, mientras la corta le pregunta a Trinidad.
–¿Cuál es ese hobbie de Rafael que tanto parece ofender a las mujeres?
Trinidad le mira como si fuera tonto, como si su pregunta no viniera a cuento. Se arrepiente de haber abierto la boca, debe ser algo sexual, sexual y pegajoso o solo pegajoso.
–Le gusta, le gustaba pegarse con músicos.
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pacodetorres
#4 por pacodetorres el 07/01/2023
Contesta y devuelve su atención al plato, lenguado merniere, parece. ¿Pegarse con músicos?, no ha debido entenderlo bien, seguro que ha dicho otra cosa, algo como… la verdad es que no se le ocurre nada. Rafael le está mirando, con su tenedor a medio camino de la boca, lo mira con la expresión de una serpiente cuando descubre un nido lleno de pajaritos. La Estrella del Pop se encuentra preguntando:
–¿Pegarse con músicos?, ¿Lo he escuchado bien?
–Sí, efectivamente, he de reconocerlo –reconoce Rafael, intentando poner cara de niño arrepentido y transformándose en el proceso en una especie de troll de cuento.
–No entiendo como alguien puede considerar agradable hacer semejante cosa –opina La Estrella del Pop.
–Yo tampoco –Afirma Trinidad.
–Siempre fue un tipo raro –cree necesario añadir MIguel–, de niño era muy pequeñito y delgado y con más mala leche que ahora todavía; es lo que cuenta su madre, con otras palabras, pero eso dice.
–¿Pegarse con músicos?, ¿por qué?, no lo entiendo –interroga la Estrella del Pop, sobre todo al trozo de carne en su plato.
–Por envidia. He de reconocerlo, ser músico, aporrear una guitarra encima de un escenario, cantar cosas de contenido sexual y que a las muchachitas les parezca estupendo era lo que yo quería hacer en está vida pero…
–No tiene oído, ni sentido del ritmo, ni siquiera, ya ves, tiene paciencia para dejarse el pelo largo.
Rafael niega con la boca llena y asegura que eso si podría llegar a conseguirlo. La Estrella del Pop no cree que lo que este escuchando pueda ser posible. ¿es esto una broma?, si lo es, es una broma carísima. ¿Dónde están las cámaras? La carne de su plato no contesta, solo se deja comer, está estupenda. La Estrella del Pop bebe un poco más de champán y comprende que está borracho, que los dos negroni que tomo –¿cuándo los tomo?, parece que hace mucho tiempo… sí, fue entonces, antes de que Rafael apareciera por la puerta–, junto con el champange han hecho un efecto muy superior al que se pensaba. Los otros comensales, sus compañeros forzados de mesa le están observando, parece que esperan algún tipo de reacción por su parte, puede que alguien haya dicho algo que el no ha llegado a escuchar. Es necesario que contribuya a la conversación de alguna manera, así que pregunta:
–¿Y te has pegado con muchos?, famosos quiero decir.
–¿Famosos como tú?
El tono en que ha hecho la pregunta le ha molestado, Famoso de medio pelo, Famosuelo, Relleno de cartel, Gran esperanza blanca transformada en vieja gloria. Sí, es un tono que resume cien encabezados de cien artículos en lo cuales algún idiota se queja del desperdicio de tiempo que es escuchar su música. La Estrella del Pop se enfada, más que se enfada se altera y se le pasa enseguida. ¿Rafael está intentando provocarle? No lo conseguirá, La Estrella tiene un gran sentido de la supervivencia, se dice para si, antes de contestar.
­–No específicamente, supongo.
–Solo los famosos cuentan, hablanos de los famosos.
Dice Miguel apartando su plato y repantingándose en la silla. Miguel ha comido muy poco, la Estrella del Pop se da cuenta que nunca llega a comerse ni media ración, aunque se sopla las copas de champagne a la velocidad que una ametralladora escupe munición. El teléfono de Trinidad suena, ella observa en la pantalla el número y lanza un suspiro.
–Es ella otra vez. Por una vez es un alivio, así no tendré que escuchar vuestra cháchara.– y añade dirigiéndose a La Estrella del Pop­–, perdona, tengo que cogerlo, ya sabes: niños pequeños: problemas pequeños, niños grandes; problemas grandes–, para después levantarse de la mesa y dirigirse a pasear por el invernadero, en el que ahora ya no queda nadie sentado en ninguna mesa, con el teléfono en la oreja. Rafael la observa en silencio un segundo hasta que parece recordar donde está y retoma la conversación.
–No pienso decir ni pio sobre los tipos con los que peleé, consejo de mi abogado, todavía corren por ahí demandas. Además son historias aburridas, la misma historia. Yo acercándome a un tipo infantil al que el mundo sobrevalora y explicándole que lo que hace me parece una mierda, basura, algo sin profundidad ni calidad y que le vaticino que será olvidado mucho antes de que su asco de público alcance la mayoría de edad.
–¿Realmente crees eso?, ¿de todos? –­inquiere Miguel
–Sí.
La Estrella del Pop no considera que su producción sea de un nivel inusitado de calidad, tampoco la cree basura. El proceso creativo te obliga a repudiar tu última creación poco después de terminarla, solo puedes recrearte en ella un breve espacio de tiempo antes de pasar a lo siguiente. En cuanto a profundidad del hecho artístico, ¿a que se refiere?, ¿a la profundidad de la huella que queda en la psique de lo común?, eso depende en un noventa por ciento de la suerte del momento, si no fuera así todos los temas alcanzarían el número uno. La industria ya lo intenta pero no lo consigue más de una de cada cien veces o menos, cree.
Los dos hombres vuelven a estar atentos a su reacción, a su falta de reacción. Rafael decide continuar con su charla.
–Pero si que puedo hablaros, y creo que son hasta más interesantes, con los que no conseguí pelear.
–¿Por ejemplo? –pregunta con un deje de entusiasmo Miguel.
–BB King.
–¿Cómo fue?
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pacodetorres
#5 por pacodetorres el 07/01/2023
–En Berlín, en un tranvía a las doce de la mañana, me acerco al abuelo negro y le digo: ¡he papaito!, quiero zurrarte. ¿Por qué tendrías que querer hacerlo?, pregunta. Y yo le suelto mi rollo de siempre, del valor artístico de su cosa y tal. Él me escucha, después sonríe y me dice con la mano puesta sobre el corazón que piensa lo mismo el cincuenta y un por ciento del tiempo. Vale, que veo que por ese camino no lo voy a poner en el disparadero, así que le suelto que es para compensar por todas las jovencitas que se ha encontrado esperando en el pasillo de su habitación de hotel, que el Karma siempre exige estás cosas. El viejo me mira a los ojos y me suelta, con ese acento enganchoso que tenía: ¡Me parece justo, muchacho!, pero hagámoslo interesante, igualemos los pesos ¿no te parece? Y coge y saca una navaja de la bota que hace un chasquido ¡sclancch! enorme cuando se despliega y no quedamos allí los dos congelados esperando a que el otro de el primer paso; entonces el tranvía llega una parada y todos los alemanes salen corriendo por todas las puertas y me quedo yo y el negro de la cara de caimán allí solos. Le miro los ojillos, miro el cuchillo, le digo que en otra ocasión será y me hago humo yo también, Creo que todavía debe estar allí sentado, nadie nunca más se ha atrevido a subir en aquel tranvía.
Miguel ríe. A la Estrella del Pop también le hace gracia, le ha sonado como una historia muy contada, que se ha redondeado como una piedra en la corriente del rio hasta perder todas sus esquinas y ser todo suavidad. Rafael parece contento de tener público y se entusiasma.
–Está es todavía más antigua: Joe Cocker, intento ligarmelo...
–¿Ligartelo?
–Es una forma de hablar. Ligarmelo, sí ¿pasa algo?, en un bar de Dublín, le he soltado mi rollo y él se queda mirándome, sin decir nada durante lo que me parece un cuarto de hora, a través de sus ojillos acuosos y cuando al final abre la boca es para vomitarme encima. Tuve que tirar el traje.
–Luego te venció sin ni siquiera levantar los puños.
–Desde luego.
Trinidad vuelve a la mesa pensativa, guarda el teléfono en su bolso y se queda mirando al vacío durante un segundo, el mismo tiempo que permanece callado Rafael, antes de intentar continuar desgranando anécdotas.
–Bryan Ferri. En la Costa Brava, en la puerta del Casino de no-sé-qué. A él si que le tiré un puñetazo pero se dobló como un junco y lo esquivó, cuando volví a la posición él ya subía a un Mercedes y me decía adiós, así, agitando la mano como si fuera de la realeza. Le tiré un zapato, un lotusse, la gente me miraba, nunca me he sentido más admirado.
–Podrías callarte ya, egoísta, presuntuoso, torpe exhibicionista, desgraciado…
Trinidad tiene la cara crispada, los ojos le llamean, parece que ahora sí que ha decidido montar una escena, puede que tenga experiencia en ello porque los dos hombres retroceden en sus asientos. Una señorita aparece con el carro de los postres y permanece junto a la mesa con una sonrisa dibujada en la cara e ignorando como sube el tono y el volumen de las voces en la mesa.
–Tranquilizate cariño, solo era un juego, uno que ya acabó, hace años que acabó. ¡Estoy mayor! no pienso pelearme con aquí el amigo. Aunque la verdad igual se merecería un par de sopapos, ¿has escuchado la basura que produce? En serio, no puedes creerte la cantidad de ideas estúpidas por tema que es capaz de emitir. Meterle una paliza y hacerle callar, ni siquiera fuera un minuto, sería un servicio púbico. Todas esas sandeces volando en el aire, llegando a los oído de muchachitas y muchachitos sin criterio, engañándolos, haciéndoles creer que…
–¡Callate ya!, ¿es así como intentas superarlo?, ¿culpando a la música pop?
–Mira pues sí, lo intenté, aunque la verdad es que no me funcionó. ¿Tú has conseguido algo?, ¿te han ayudado todos esos terapeutas carísimos?
–Eres un idiota siempre lo has sido….
El teléfono de Trinidad vuelve a sonar y ella dedica un bufido de desprecio antes de sacarlo del bolso, lo acaba de sacar de él cuando deja de sonar.
–Ha colgado. Cada vez tiene menos paciencia, es más explosiva, sufro por ella.
–Dejala estar, tiene que asumirlo, digerirlo por si sola.
–No sé como eres capaz de ignorarla, de vivir así, también es tu hija.
–Lo es, claro que lo es. Histrionica, exhibicionista, narcisista todos mi propios vicios y ¿sabes una cosa?, los detesto reflejados en otra persona, no puedo soportarlos. Además ella escogió, decidió culparme, ¿no fue así?, ¿que espera que me arrastre detrás de ella?, ¿de ti?
Un millón de pensamientos parecen llegar a la vez a la mente de Trinidad, transformarse en palabras y querer salir todos a la vez por su boca. Ella traga saliva y al final emite una sola frase que suena lapidaria.
–Tener hijos implica sacrificios.
–Para sacrificada ya te tenemos a ti –contesta Rafael con un gesto de desprecio.
Trinidad se levanta y con el mismo movimiento derriba la silla en que esta sentada que produce al golpear el suelo un ruido parecido a un latigazo, los últimos comensales que quedan en la sala alargando sus cafés no pueden continuar ignorando la trifulca y levantan la mirada de sus platos, todos los ojos se fijan en Trinidad, esta escupe con poca traza a Rafael se da la vuelta y sale como una exhalación del salón.
Rafael tarda un segundo en reaccionar, pero retira la silla con suavidad y sale a paso vivo detrás de ella. A Miguel se le ha descolgado la mandíbula, parece interrogar por un momento con la mirada a La Estrella del Pop, para súbitamente recordar algo y también levantarse y salir del salón prácticamente gritando
–¡Trini!, ¡Rafael! ¿mis maletas!, ¡mis llaves!
La Estrella del Pop queda solo en la mesa, a merced de la chica del carrito de los postres, que parece tan ajena a todo lo que ha pasado como lo estaría un ídolo maya esculpido en piedra. Hasta que abre los labios para decir una sola palabra.
–¿Monsieur?
La Estrella del Pop niega suavemente con la cabeza y el carrito de los postres desaparece. No queda nada en su plato, su copa está vacía, la gente de las otras mesas vuelve a dedicarse a su sobremesa, a sus conversaciones. ¿Qué es lo que ha pasado?, ¿ha sido real?
El camarero cuando le presenta la cuenta le saca de toda duda.
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Arturo
#6 por Arturo el 08/01/2023
:palmas::palmas::palmas::palmas::palmas::palmas::palmas::palmas::palmas:
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Nacho
#7 por Nacho el 08/01/2023
Gracias pacodetorres.
Bonito regalo de Reyes para la comunidad de guitarristas.info
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Javier
#8 por Javier el 08/01/2023
Muy bueno Paco ¡¡¡..un saludo
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Jureweah
#9 por Jureweah el 08/01/2023
Grande Pacodetorres!!!

:ok:
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Thorin
#10 por Thorin el 08/01/2023
:jajajaja:

Buenísimo compañero!! Me lo estaba viendo venir...muy bueno el final

+1


Salud!!
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Círculodequintas
#11 por Círculodequintas el 09/01/2023
El que no corre, vuela.....

Muy bueno Paco.

Las cosas que escribes, enganchan. Se mantiene el interés hasta el final. Y cuando no lo hay, queda el suspense y la curiosidad por ver cómo se resuelve el asunto.

Espero más historias .....

:brindis:
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jpelman
#12 por jpelman el 09/01/2023
Me lo paso pipa leyendo lo que escribes...
Gracias por compartirlo!
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