¡Tenemos derecho a una buena masterización!

20/12/2011 por Juanjo Pelegrín

Ya era hora de abordar un tema tan sumamente polémico como éste, y no vamos a hacerlo sólo con buen humor sino también con algunos datos que sencillamente son escalofriantes. Aunque parezca que vamos a hablar de un tema alejado del mundo guitarristico, todo lo contario, amigos. La guitarra, la música en general y la hecha con guitarra en particular, es pura y sencilla dinámica. Muchos de nosotros nos llevamos las manos a la cabeza cuando comprobamos lo que se ha llegado a hacer en muchas masterizaciones con algunos sonidos y timbres míticos en la historia de la guitarra. Y éste, en definitiva, es un artículo crítico; pues estoy indignado con este tema, y no sólo es culpa de la industria. Los grandes culpables, así, sin anestesia, somos nosotros. Gracias a nosotros y a nuestra manera de dejarnos llevar por la teconología fácil, debido a lo poco que hemos exigido siempre a la propia industria; a lo poco selectivos que hemos sido y a nuestra implacable tendencia al hedonismo inmediato y fácil, hemos logrado que la música sea un consumible más. De fácil alcance y a la altura de cualquiera. Como hoy en día lo son el sexo, la información, el humor o el turismo. Antes de que pienses que simplemente estoy cabreado por Dios sabe qué motivos, vamos a enfocar este problema paso a paso.

La curiosa resurrección del vinilo

Esto es algo que muchos pensaréis que carece totalmente de sentido. Llevo comprando revistas de música, no sólo de guitarra, desde que era un niño. Recuerdo como, allá por el 96, anunciaban en una conocida revista de música clásica una colección remasterizada en CD de las mejores obras del sempiterno J.S. Bach. "Los conciertos de Brandenburgo como nunca antes los habías oído". Tengo la gran suerte de tener en mi colección de LP´s una edición de la Deustche Gramophon de cinco vinilos con la totalidad de esta obra, dicha grabación data de 1978; dirigida por el grandisimo Herbert Von Karajan. Bien, me ha costado tiempo (y dinero) hacerme con una gran colección de CD´s y de LP´s; y ello te da la oportunidad de, una vez se consigue un buen equipo HIFI (no tienes por qué gastarte un pastón, pillando los módulos por ebay, etc. puedes montarte un pedazo de equipo), de comparar la misma obra en diferentes formatos; incluso editada por la misma compañía discográfica.

Y empiezo hablando de música clásica porque el único género musical actual que sigue produciendo buenas masterizaciones en cd,l aparte del metal (vemos como coincide que sean géneros para un público más exigente con el sonido), es éste. Y, aun así, hay cosas que son para darse un buen coscorrón contra la pared. Cuando comparamos la edición en cd de 1996 (que vale un dineral, pero un dineral) de estos conciertos con la edición en LP de casi veinte años antes; apreciamos únicamente dos diferencias:

1. El CD tiene un nivel de volumen inicial superior.

2. El rango de agudos es notablemente más frío, ello hace que al subir el volumen notemos el clavicordio demasiado al centro; a mi juicio, tiene un sonido demasiado metálico, está comprimido sin sentido aparente.

Por lo demás, estamos ante una extraordinaria remasterización. Con un sonido en conjunto más limpio que en la edición en vinilo, y, lo más importante, sigue siendo ecualizable en nuestra cadena HIFI. La gente se ha olvidado de lo importantisimo que es ecualizar. Todos los equipos antiguos, y alguno que otro de los nuevos, tenían ecualizadores por la sencilla razón de que un disco, a no ser que se haga mal (lo veremos, porque es la norma general) no va a sonar igual en un equipo que en otro. Pues bien, este remaster sigue siendo perfectamente ecualizable y es de mucha calidad, más frío que el vinilo (encontrar esta obra en vinilo original sobrepasa los 300 euros actualmente) pero muy bien hecha; con un respeto básico al contenido. La mayoría de remasters actuales son directamente una broma comparados con éste. Esta mayor frialdad del CD no es porque el CD como tal, como formato, tenga menor calidad que el vinilo (error común entre muchos amantes del vinilo.) Es debida a que por muy bueno que sea un conversor Analógico/Digital (en el 96 tampoco estaban los mejores) no va a reflejarte lo mismo al 100% que lo hace un vinilo respecto al máster analógico original; que muchas veces es en cinta. Esa conversión digital hace que se pierdan una serie de datos debido al muestro (que en cd es 44KHz a 16 bits) que son mínimos, pero que tienen una consecuencia a la hora de hacer una lectura; que es el error jitter. Ocasionado por los saltos de valores que se realizan al hacer un muestro digital. Ello es debido a que la lectura es imposible que sea 100% perfecta (problema inexistente en el formato analógico.)

En un CD, la música está codificada como una secuencia de 1 y 0. Un pasaje de una sinfonia puede ser algo así: 110001110011100. Pero resulta que el CD no lo lee todo seguido sino que lo lee de un modo similar a este: 110...001...11001...1100 (los puntos suspensivos son pausas). Esa pausa, ese error de tiempo es el jitter.
La reproducción por lo tanto no es idéntica a la original. Si a esto añadimos el hecho de que la tasa de bits y la frecuencia de muestreo sólo llegan a 16 bits y 44,1 KHz, nos percatamos que en realidad tenemos un soporte que no es tan bueno como a primera vista parece.
El único soporte que es una copia exacta de un original y es reproducido sin error es el LP, dejando de lado ruiditos, clics y demás que no son errores inherentes al soporte en sí, sino factores externos.
(Ernest Ruiz, Audionirvana)

http://es.wikipedia.org/wiki/Jitter

Por otro lado el CD llega a los 22 Kherzcios mientras que el vinilo alcanza los 29 khercios. En teoría, el oído humano normal, no capta por encima de los 22 herzios. Pero...¿el oído del melómano experimentado y del músico no perciben nada más por encima de los 22 herzios? No se sabe, yo estoy plenamente convencido de que sí. De que esos armónicos y esas frecuencias las percibimos, muy pequeñamente pero sí. Hay un principio en física acústica que dice que se sabe que señal se emite pero no se sabe con certeza que percibe la persona, la percepción cambia de persona a persona. ¿Están ahí esos armónicos, esas frecuencias. Son parte de la música? No es lo mismo una persona que escuche música de vez en cuando que un gran aficionado a la música. Y, por otro lado, tenemos el tema del valor de la distorsión.

En un sistema digital el valor de la distorsión es constante con el nivel de la señal, lo que significa que el porcentaje es inversamente proporcional al tamaño (amplitud) de la señal, mientras que en un sistema analógico el valor absoluto de la distorsión no es constante con la amplitud, de forma que el porcentaje es prácticamente constante con el tamaño de la señal. Este es el principal "talón de Aquiles" de cualquier sistema digital. Debido a esto es por lo que suele afirmarse que ningún sistema de audio digital sonará jamás mejor que su equivalente analógico. Por tanto cuando la señal es muy pequeña, tendremos unos porcentajes de distorsión muy elevados, lo que provoca, a diferencia del analógico, que la señal en cuestión sea irreconocible. Para disminuir esta distorsión, hay que saber que un bit más de resolución, equivale a reducirla a la mitad. Lo que nos lleva a considerar cual es la cuantificación mínima ideal. Se han llegado a establecer unos valores más o menos aceptados en la industria, que traducido al audio digital significa 20 bits de resolución como mínimo frente a los 16 del CD. Con estos 20 bits se situaría a los sistemas digitales, globalmente por encima de cualquier medio analógico existente a nivel doméstico e igualaría, posiblemente, a los profesionales. Fernando Moraleda, apunta lo siguiente:

El CD también tiene dificultades debidas a una escasa frecuencia de muestreo. La reconstrucción de la forma de una onda, en la codificación digital del CD es algo parecido a querer definir gráficamente una circunferencia con solo tres puntos unidos por rectas, el resultado obvio es un triangulo no una circunferencia. Para aproximarse a dicha circunferencia hace falta una cantidad mínima de puntos que podría ser de 8 (octógono), para una reproducción minimamente aceptable. Esto equivale, en el CD , a aumentar la frecuencia de muestreo. (...) son necesarias un mínimo de 8 muestras por ciclo, es decir, 160.000 muestras por segundo. El cuádruple del CD.

La «teoría Neil Young»:

«(...) En un Time Out de agosto, (...) se incluía la llamada teoría Neil Young. El ilustre autor norteamericano, gran coleccionista de discos, piensa que, como el CD tiene un formato digital -no es MÚSICA como tal, sino SONIDO dispuesto en forma de códigos binarios-, podemos advertir absolutamente todos los detalles de una canción la primera vez que la escuchamos. Y, como nada se esconde a la sensibilidad del oído, el cerebro no se siente impulsado a poner el CD por segunda vez. «En realidad, no estás escuchando música -añadía-, sino códigos y dígitos, tonos y frecuencias que recrean el sonido de la música».
(...) hay una forma de probar esto: ponemos un vinilo de 180 gramos, y un CD del mismo título. En una primera escucha, tenemos la impresión de que el CD suena mejor, tal es su brillantez y claridad; poco a poco, en segundas y terceras audiciones, las preferencias se igualan, pero, al final de la sesión, un vinilo produce una menor sensación de cansancio o saturación. El sonido orgánico de un acetato es más natural.
(...) El sonido de un disco de vinilo es analógico desde la fuente hasta la salida; no experimenta cambios de onda decisivos en un buen equipo. La información sonora de un compact es, en cambio, digital. Al salir, se debe convertir nuevamente en analógica y, para ello, ha de reducir las curvas originarias de sonido a 0 y 1, con lo que se pierden matices. Quizás sea esa la razón por la que Sony/Philips lanzó la idea del reproductor de CD Super Audio, con el reclamo de que el sonido poseería "la misma calidez del vinilo"».Jesús Llorente (Acuarela discos.)

Defensa del Compact Disc

A la vista de estos argumentos, tenemos por supuesto los argumentos a favor del CD, nada faltos de razón; que son los siguientes:

1. El CD tiene un rango o un margen dinámico mayor que el del vinilo. El vinilo no puede pasar de 65db mientras que el cd alcanza sin problemas los 96db. El margen dinámico viene determinado por la diferencia, en decibelios, entre el sonido cero y el sonido más alto.

2. El vinilo no es capaz de separar los canales con la misma nitidez que el CD, la reproducción analógica "mezcla" los canales.

3. Debido a que en el proceso de digitalización se aisla el ruido, el CD va a permitir una reproducción más nítida.

Bueno, hemos de decir que hay una serie de consideraciones que para nada tienen que ver con el rango dinámico, empezando porque las ediciones en vinilo de 180 (técnica audiophile) , grabadas a media velocidad con surcos casi el doble de anchos ,en teoría, superan el rango dinámico del CD. Las buenas ediciones de vinilo parten de este sistema. En contra, tenemos los CD farbicados con sustrato de oro (algunas ediciones carísimas) que dan una calidad buenisima. Puestos a ser frikis y pseudocientíficos, el propio hecho de que un CD sea fotosensible juega bastante en contra de este formato. Cuando, en 1982, se comercializó el CD, la compañía Philips aseguraba que este formato tenía una vida media de 80 años sin problemas de reproducción. Yo tengo vinilos de hace más de cuarenta años que se oyen perfectamente y aguantan limpiezas sin problemas, y, sin embargo, tengo CD´s de hace cinco años que empiezan a saltar; por no hablar de lo que sucede cuando te bajas un original al coche. Esto también ocurre por la mala calidad física de muchos CD´s, que se producen como churros y cada vez con peores materiales. Y mejor no hablar de los CD´s vírgenes. La mayoría de la gente no sabe que cuando copiamos un CD estamos perdiendo calidad por el simple hecho de que el CD virgen se graba "a laserazo limpio", es decir, quemándolo con el láser; mientras que el original (copiado del máster digital para cada copia) se fabrica con muescas de láser. En las copias de CD que hacemos domésticamente se pueden colar clicks o errores con faclilidad por varios motivos. Si ,en teoría, una copia digital exacta no supone pérdida alguna de información (un cd copiado debería sonar igual al original si el proceso se hace bien y con buenos equipos), los errores jitter en la lectura del original pueden pasar a la copia (esto sucede con mayor frecuencia en las copias al vuelo). Puede suceder también que el CD utilizado para la copia no sea el más adecuado para la reproducción en un equipo de audio, por cuestiones de materiales, etc. También el hecho de que nuestro original presente arañazos o deterioro contribuye a que esos errores de jitter estén más presentes y no se recoja la información igual. Tengamos en cuenta también que la mayoría de CD´s que se graban en entorno doméstico son grabaciones de discos que se descargan en Mp3 y se pasan a CD, el Mp3 es un formato comprimido que ofrece peor calidad que la de un CD de audio. En ocasiones la calidad de los Mp3 es sangrantemente mala.

Llegados a este punto, conocéis mi preferencia por el vinilo que se traduce también en sentimientos y sensaciones propias. Pero no nos estrellemos. Mi conclusión al debate entre vinilo y CD, como buen amante de la música, es que ambas facciones tienen razón, y cada formato tiene su gracia y sus virtudes. Entre CD y vinilo, mejor: los dos.

Además de lo positivo que es tener música en varios formatos que permitan reproducciones y significados, virtudes, diferentes; está el hecho de que hay buenas ofertas en ambos mundos y algunas remasterizaciones en CD merecen realmente la pena. Pero, por desgracia, el problema de raíz de la música en CD viene por la mala masterización. Ello ha causado que en la actualidad, enfrentando el mismo título, el vinilo le dé varias vueltas en calidad al CD. Vamos a explicar por qué.

La guerra de los volúmenes y la reproducción homogénea

El CD no se inventó para mejorar el sonido, no nos engañemos, sino para que hubiese un formato de reproducción que cumpliese con tres premisas:

1. Fuera fácil de fabricar, de comercializar y resultase barato.

2. Pudiese transportarse fácilmente y que permitiese la reproducción en medios de locomoción y portátiles (nadie se imagina un tocadiscos en un coche, ¿verdad?)

3. La copia resultase más barata, más sencilla y se hiciese a mayor velocidad. La reproducción física de un vinilo consta de siete etapas y hay multitud de materiales y calidades dentro de las pastas negras. El CD se fabrica de una manera mucho más sencilla, haciendo muescas con el láser en los CD neutros; pudiendo hacer 100 copias en poco más de un par de horas.

El desarrollo del CD fue todo un avance de la tecnología por otra parte, con el aliciente de tener un formato que resultase más económico, más práctico en muchos ámbitos y que permitiese que la música fuese también más generalizada, con un mejor acceso. Pensemos en que reproducir un vinilo implica levantarse a darse la vuelta, que en las mejores ediciones tenemos dos y tres (a veces una) canciones por cara; cuatro vinilos para un álbum...El CD, lo pones y te tiras al sofá y escuchas música. Y tiene buena calidad, y encima permite la copia doméstica sin problemas. El problema viene en la perdida de fidelidad que ofrece este formato respecto al máster original, y ello viene dado por tres motivos:

1. Las pésimas masterizaciones que se hacen, para que se escuche igual de bien (de mal, realmente) en cualquier equipo de música. Sea el del coche, el discman, el de la discoteca o el de casa.

2. La indefendible práctica de comprimir masivamente el máster digital para darle volumen a tope a los CD. La llamada guerra de los volúmenes. Lo cual reduce significativamente el rango dinámico del CD, lo que directamente supone una contradicción al propio formato.

3. El estandarizar la forma de masterizar la música en CD ha hecho que la moda estéreo se imponga, con remasterizaciones en estéreo de grandes clásicos que fueron grabados en mono. Lo que supone una distribución de las frecuencias totalmente ajena a la realidad del original. Se ha hecho estéreo lo que en origen no fue grabado o concebido de esa manera, con lo que se pierde no solamente color en la reproducción sino que sencillamente las canciones suenan diferentes y no queda para nada bien. Esto es lo que ha pasado con los últimos cuatro remasters de los Beatles, los cuales grabaron todos sus discos, salvo los dos últimos, en mono. Actualmente, el remaster en CD en mono, lanzado hace dos años, es todo un artículo de coleccionista.

La guerra de los volúmenes

Se ha llamado así a la tendencia de la industria musical a grabar, producir y emitir música elevando progresivamente el volumen todos los años creando un sonido que destaca sobre los de años anteriores. Este fenómeno puede ser observado en muchas áreas de la industria musical, particularmente en la radiodifusión y discos lanzados en CD y DVD. En el caso de los CD, se deriva del deseo de los productores y artistas de crear CD que suenen lo más fuerte posible compitiendo con otros artistas o discográficas. Sin embargo, como la amplitud máxima de un CD llega hasta un nivel establecido, el volumen general sólo puede ser incrementado reduciendo el rango dinámico. Esto se hace incrementando el volumen de las partes bajas, mientras que los picos más altos son destruidos o severamente disminuidos. En ciertos casos extremos de compresión se introduce distorsión o recorte de la forma de la onda de la grabación. Cuando se compara dos grabaciones con distinto volumen, se tiende a pensar que aquella más fuerte se escucha mejor. Esto puede ser atribuido a la forma en que el oído humano responde a distintos niveles de Presión sonora: nuestra habilidad para responder a la frecuencia cambia de acuerdo a diferencias en el nivel de presión sonora (SPL, por sus siglas en inglés): cuanto mayor es el SPL, mayor es el número de frecuencias bajas y altas que percibimos. La música con más volumen es más fácil de escuchar y entender en ambientes ruidosos como un automóvil, tren, o una calle concurrida. El volumen alto también puede producir sonido subjetivamente bueno en grabaciones puestas en reproductores de baja calidad, como audio web, Radio AM, Televisión mono y teléfonos. Debido a la competencia de oyentes de las radios y la de clientes entre estudios de grabación, se produce una "Guerra armamentista" del volumen. Además, artistas y gente de A&R's suelen buscar que sus CD masterizados alcancen el volumen de los últimos discos contemporáneos.

Esta práctica ha sido condenada por varios profesionales de la industria discográfica, como Doug Sax, Geoff Emerick (conocido por su trabajo con The Beatles desde Revolver hasta Abbey Road), Steve Hoffman, y muchos otros, incluyendo melómanos y entusiastas de la alta calidad. Bob Dylan también ha condenado la práctica diciendo, "Escucha esas grabaciones modernas, son atroces, tienen sonido por doquier. No hay definición de nada, no hay voces, nada, es igual que la estática."

Jay Graydon lo pone de este modo:

¿Quieres mas volumen?. Tienes un control de volumen,¿o no? ¿Alguien pensó que la gente podría no querer llegar a su control remoto para subir el volumen? Si quieres mas volumen, lo subes. Si quieres menos, lo bajas. Si comprimes todo en bus, cada vez que tocan el bombo se baja todo lo demás en la mezcla. No quiero oír cosas bombeadas. Quiero mis dinámicos tal como los grabé. No quiero que todo sea un solo dinámico.

Si un CD es transmitido por una estación de radio, ésta aplicará su propio procesamiento a la señal, que reduce aún más el rango dinámico del material transmitido para acercarse aún más a niveles de amplitud absoluta, independientemente de la grabación original. Los detractores han pedido inmediatos cambios en la industria musical con respecto al volumen. En agosto de 2006, el vicepresidente de A&R de One Heaven Music, una división de Sony Music Company, en una carta abierta criticando la guerra del volumen, dijo que los Ingenieros encargados de la masterización estaban siendo obligados en contra de su voluntad a sacar discos más altos para captar la atención de la industria. Los fans les están pidiendo a sus bandas que relanzen sus discos con menos distorsión.Esto indica un descontento general con esta práctica y un llamado a poner fin a la guerra. Muchas bandas han hecho sus registros mas fuertes en contra de su voluntad. Varias organizaciones se han fundado para poner la decisión de vuelta en las manos de las bandas. La organización sin fines de lucro Turn Me Up! también fomenta la compra de álbumes mas bajos colocando el sticker de Turn Me Up! en los álbumes con mayor rango dinámico.

Expertos del audio, como un investigador en la House Ear Institute de Los Ángeles, también están preocupados porque el volumen de los nuevos álbumes podrían dañar el oído de los oyentes, en especial en niños.

Masterizaciones nefastas, compresiones brutales.

Uno de los aspectos claves del CD está en su concepción como formato generalizado. Hoy en día, todos tenemos reproductor de CD en el coche, y tenemos discman, y en varios equipos de música . Tenemos reproductor de CD en un autobús, en un barco, en una nave espacial...Es el formato más genérico. No cuesta mucha imaginación suponer que la masterización que la industria ha pensado para ese CD tiene el objetivo de que se escuche igual allá donde lo reproduzcamos. Y para que suene igual en todos no sólamente se suben los volúmenes sino que se utilizan unas compresiones excesivas que matan gran parte de la dinámica del álbum y hacen que la señal pierda calidad y, lo más importante, fidelidad. Me explico. Si cojo mi Kill´em all en vinilo y me lo llevo a casa de Manolo, se va a oír distinto en su equipo que en el mío. Si quiero más graves o más agudos lo ecualizaré y si me apetece más punch en alguna canción activaré el control de loudness, y volveré a ecualizar de nuevo. Si lo escucho en mi casa, para una escucha óptima, este álbum tendrá una ecualización como a mí me guste; que será muy diferente con total seguridad a la que setearé para escuchar el Small Change de Tom waits. Habrá cosas que me interese realzar en un disco que serán diferentes, e incluso opuestas, a las que me interesen en la reproducción de otro. Esto que parece tan elemental, trasladado al CD presenta complicaciones bastante notables. Si el CD estuviera fielmente masterizado (ojo, que ahora hablaremos del remaster de CD bien hecho) dudo mucho que en el coche nos sonase bien, por las particularidades que tienen los reproductores de CD de automóvil; que, para que nos hagamos una idea, están a años luz en cuanto a calidad y reproducción de un módulo de compact disc de un equipo HIFI (los mejores sobrepasan los mil euros). Un CD perfectamente masterizado no se va a oír ni remotamente igual en un equipo que en otro. Pero ello trae un sinfín de consecuencias:

1. Que el paso a formato comprimido presente dificultades (pensemos en itunes)

2. Que la reproducción radiofónica, en discotecas, discmans, centros comerciales,etc. resulte ,cuanto menos, comprometida.

3. Que cueste simplemente más dinero porque requiere mayor cuidado y tiempo por parte de las compañías. A diferencia de lo que ocurría hace algunos años, actualmente hay conversores A/D con calidad de sobra; la industria puede y es capaz de fabricar CD´s con una calidad aplastante. Al mismo nivel que el vinilo al menos en cuanto a sonido, en cuanto a percepción, ambiente, calidez y demás términos que usamos los melómanos es otra historia. Pero en cuanto a sonido y cosas bien hechas, al más alto nivel. Se puede hacer, pero no conviene.

Y esta practica está ya en los orígenes del formato. De hecho, en vinilo ya se practicaba una variante de la guerra de los volúmenes (a menor escala), en los últimos coletazos de este formato allá por los inicios de los noventa. Habrá quien recuerde la expresión "cortar el vinilo" y las ediciones en plástico malo de muchos álbumes.

CONSECUENCIAS

1. La gran mayoría de ediciones en CD, por no decir todas en la actualidad, salvo remasters concretos y ediciones para coleccionistas; adolecen de una masterización pobre respecto a la grabación original; que no hace justicia a la capacidad real de sonido y calidad que tiene un CD.

2. Es una de las causas por las que la piratería ha subido considerablemente. No merece la pena comprarse un CD en la mayoría de los casos. No nos ofrece grandes diferencias respecto a lo que puedes bajarte de internet. Y si encima, tampoco te importa mucho la calidad de los agudos o la transparencia de los graves, pues "qué más da".

3. Se han cargado buena parte de la dinámica de algunos de las mejores obras de la historia de la música.

El retorno del vinilo. Una estrategia más de la industria.

Muchos estamos realmente contentos con las reediciones actuales en vinilo, por fin tenemos a nuestro alcance esos másters analógicos originales en plásticos de calidad. A pesar de los auténticos claves que te meten por algunos lanzamientos o re-lanzamientos (que la industria ha sabido aprovechar), hay compañías que han rescatado discos, con perdón, acojonantes a muy buen precio. Es el caso de compañías como backtovinyl y rhinovinyl. El triunfo y nueva victoria del vinilo es causa y consecuencia de las miserias de la industria. A pesar de que se nos ha vendido a todos (incluso a los coleccionistas y amantes del hifi) la calidad superior del vinilo, el hecho de que ahora vuelvan a editar discos en vinilo para disfrutar de la calidad original. Los motivos reales para la industria, que obedecen a hacer dinero, son los siguientes:

1. El vinilo es chic. Es gafapastoso. Queda super bien ir de retro por la vida, tengas o no idea de música o de fundamentos del sonido. Es el rescate, de la mano de la moda, del amor por la música bien producida. Un falso amor.

2. Como su producción y remaster en condiciones cuesta bastante más que un CD, los precios de los nuevos lanzamientos de los artistas actuales cuestan un pastón que, aprovechándose de una mejor calidad, los fans se gastan a ojos cerrados. El último disco de los Red Hot Chili Peppers cuesta 33 euros en la FNAC en vinilo, 13, 95 en CD.

3. La razón más importante. Después de tantos años, ¡la industria se ha percatado de que el vinilo no se puede piratear!

EJEMPLOS DE BUENAS REMASTERIZACIONES EN CD

En el mundo del CD no todo son madres mías, hay remasterizaciones geniales, hechas con sumo cuidado, que nos ofrecen una muy buena calidad. Y no hay que gastarse mucho dinero. De hecho esta misma navidad, si vamos al corte inglés, tenemos muy buenas remasterizaciones a 6 euros de CD´s que ya no los quiere nadie y hay que quitárselos de en medio. He encontrado remasters geniales de los grandes éxitos de ABBA, el Veedon Fleece de Van Morrison, el Third Stage de Boston o lo mejor de The Carpenters... ¡a 5.95 euros! Y lo más gracioso es que estas remasterizaciones se hicieron hace unos años precisamente para los coleccionistas a partir de la digitalización de las cintas analógicas originales. Digitalización hecha en origen a 96k y 24 bits (que en la práctica siguen siendo 16, pero son geniales) Y se oyen de maravilla y son ecualizables. Mucho mejores que todos los CD nuevos que se encuentran por ahí. Lo que quiero decir, es que quien busca encuentra, y hay buenas ediciones en CD. Aconsejo especialmente las realizadas por los sellos Polar y Polidor; que han cogido discos super antiguos y los han reeditado independientemente y de una forma cuidada. Y como no los compra nadie, los tenemos ahora, años después, a precio de risa.

Los remásters dedicados exclusivamente a los fans de algunos grupos de heavy metal y rock son brutales. Es el caso de los remasters de Judas Priest y de Iron Maiden. El trabajo hecho con el disco Painkiller es atronador. Hemos tenido que esperar casi veinte años para poder tener una buena edición en CD. Tengo el remáster y el CD original de 1990, y es impresionante la diferencia. Lo malo, como siempre, el precio. Lo bueno, se tiene que pagar. Lo mismo sucede con las ediciones para coleccionista, como es el caso de la discografía de Queen, resmaterizada por completo en 1993 por EMI a partir de las cintas originales, y lanzada en formato cd-book en español, inglés , alemán y polaco en el año 2008. En su momento me costó 9.95 cada CD (son 26), y actualmente se han revalorizado a 20-25 euros cada CD. Los coleccionistas de Queen han adquirido la versión española de esta colección, este año, por 600 euros en algunos casos. Como dato curioso, a los pocos años de este monumental trabajo de remasterización, Emi, sin motivo aparente, volvió a hacer un remaster de varias canciones para sacar un montón de ediciones de grandes éxitos de Queen. Algunas realmente catastróficas. He señalado los estilos heavy metal y rock porque el público es generalmente más exigente con el sonido. Esto también sucede en estilos como el jazz, donde hay geniales remasterizaciones en CD de las obras de Miles Davis, Ella Fitgerald, etc. A medida que tenemos públicos más exigentes, se lanzan productos mejor terminados.

En resumen, cuando nos informamos un poquito tenemos siempre una mejor opinión. Hay cosas geniales en CD y cosas catastróficas, sólo hay que buscar y ver catálogos, si tenemos oportunidad, escuchar una muestra de ese trabajo, etc. No siempre lo mejor es lo más caro, desde luego. En cuanto al vinilo, que siempre ha estado ahí, con sus sellos independientes que lo han distribuido a los melómanos; está atravesando una época de éxito que es conveniente aprovechar, con lanzamientos de grandes clásicos que habían desaparecido (la discografía completa de Los Ramones, de Tom Waits, de Jerry Lee Lewis, de Louis Amstrong) y cuya edición se ha hecho con las cintas originales. ¿Una moda más? En mi opinión, desde luego que sí. Esperemos que dure lo suficiente como para que se empiecen a plantear los que dirigen el cotarro la posibilidad de rescatar el formato CD desde la raíz y simplemente hacer las cosas bien. Porque a este ritmo, volverá también el cassette. Mi particular consejo es que si tienes un grupo y vas a grabar una maqueta o un disco autoproducido, estés al pie del cañón con el técnico o técnicos que lo van a llevar a cabo; te entiendas con ellos y les expliques como quieres que suene. Que el gusto del artista y tu visión como oyente de tu propia música es lo que más importa; no el hecho tonto de que se escuche igual en el coche que en tu casa. Piensa que la peña que se lo pille en los conciertos tampoco va a pararse mucho en hacer un análisis espectográfico del sonido del disco; por eso es importante que el baremo sea tu gusto y el del grupo en sí. Que el sonido simplemente sea lo más fiel posible a lo que tú y los tuyos habéis grabado, al sonido de los amplis, de los parches, de las voces y del corazón.

Por Juanjo Pelegrín para www.guitarristas.info