Guitarras

Yamaha Guitar Trip Day 3: visitamos la Custom Shop

29/10/2015 por Soyuz

Nuestro primer contacto real con Yamaha en este viaje comienza con la visita a su custom shop, la factoría Tenryu en Hamamatsu —Yamaha Music Craft—. Se trata de una fábrica pequeña, artesanal y de limitada producción. En este sentido, desde que Yamaha manufactura guitarras, la instalación ha permanecido totalmente activa y ha cultivado el afán característico de la marca por aplicar la filosofía nipona a su propia disciplina de trabajo.

Tras una breve sesión informativa introductoria a cargo del personal de la fábrica, abrimos boca siendo invitados al museo privado de Yamaha, en el que exponen instrumentos históricos y únicos. Algunas de las guitarras que nos llaman la atención son:

Yamaha CJ32 Jumbo Custom de Jimmy Page

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A lo largo de los años, el guitarrista de Led Zeppelin ha mantenido contacto con Yamaha a raíz de una grabación que realizó en 1972 con una Yamaha FG. Desde entonces, ha usado guitarras de la marca activamente —aunque no de manera exclusiva— y el director de marketing de Yamaha Music Europe —Darren Power, al que entrevistamos en 2013— nos enseña su acústica favorita, con la que giró junto a Robert Plant en el tour acústico Unledded a finales de los 90. Se trata de una pieza de peso considerable que para nuestra sorpresa, tendremos ocasión de probar.

Yamaha SG175 30th Anniversary Carlos Santana Ltd

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La primera guitarra eléctrica que Yamaha desarrolló para Carlos Santana en 1974 fue la SG175, una variante de la serie SG —que hasta entonces se había presentado en varias formas y configuraciones— que incorporaba una incrustación artesanal en madreperla con la figura de un buda. Recordemos que el artista mexicano se convirtió al budismo, realizó varias grabaciones instrumentales de corte espiritual inspiradas en dicha religión e incluso se buscó un apodo en sánscrito.

La guitarra que vemos es la cuarta unidad de una limitadísima serie de 50 réplicas de la guitarra de Santana a nivel mundial. Todo un lujo, y encima nos dejan tocarla —aunque sin enchufar—. A mediados de los años 70, Yamaha comercializaría la legendaria SG2000 basada en este modelo.

Piezas ‘custom’ de la serie L

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La serie L —que el año pasado celebraba su 40 aniversario con una nueva versión de toda la gama— ha sido siempre el laboratorio de Yamaha a la hora de concebir acústicas de gama alta tanto para artistas como para el público final. A finales de 1977, Yamaha lanza un sistema de semi-custom order por encargo basado en dicha serie, que permite al artista elegir infinidad de variables estéticas y funcionales del instrumento —acabados, forma de la pala, incrustaciones, etc—.

Son varios los artistas que fueron seducidos por la ejemplar factura de estas guitarras acústicas hechas a mano: vemos expuesta la guitarra de 12 cuerdas de Paul Simon, una L53 cuya pala parece un joyero rococó de madreperla —como la que usó John Denver—, una espectacular L54 tipo hummingbird, una extraña L51 como la que usaba Bob Dylan y una pieza única realizada por los maestros de Yamaha: un modelo exclusivo de serie L lacado al estilo japonés tradicional como la que Yoko Ono encargó para John Lennon, y que representa cerezos en flor en otoño.

Otras guitarras

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En el carrusel de fotos que está al pie de este artículo encontraréis más guitarras; entre ellas:

  • Yamaha AE1200, un modelo muy cotizado para jazz, de caja ancha y puente muy labrado.
  • Yamaha Pacifica 921, un clásico que inició la revolución en el terreno eléctrico de la marca tal y como comentábamos la semana pasada.
  • Yamaha SA15, guitarra semihueca de finales de los 60, de curioso diseño. Este ejemplar fue protagonista de la sesión de fotos que se hizo para el primer catálogo de THR.

Había unas 200 guitarras más, archivadas a ambos lados de la sala, incluyendo decenas de modelos de acústicas y clásicas de alta gama —serie Gran Concierto—, pero no tuvimos tiempo para verlas y preferimos deleitarnos en los instrumentos que estaban expuestos de manera individual.

Una vez superado el trance inicial, nos adentramos en las instalaciones de producción. Las zonas de trabajo están muy limpias y ordenadas, y sorprendemos en plena faena a los operarios en sus minuciosas tareas diarias. En Hamamatsu, Yamaha fabrica principalmente los siguientes modelos: la gama SG, los bajos BB de gama alta, los bajos signature —Billy Sheehan, John Patitucci, Nathan East—, los modelos de alta gama de las series L, NX y Gran Concierto, y la Pacifica signature Mike Stern.

Recorremos sigilosamente pasillos y cubículos tratando de no molestar y retratamos algunas de las rutinas artesanales que aquí se realizan: atravesamos primero una sección a cuyos lados se hallan dispuestos cuerpos de instrumentos al natural —SG, TRBJP, Attitude y Pacifica Mike Stern—.

En esta sala varios operarios realizan diversas labores específicas, pero no se trata de un recorrido en orden cronológico, como si fuera una planta de conservas: en esta pequeña fábrica se aprovecha el espacio y la producción anual es tan pequeña que no existen problemas de logística entre secciones, bancos de trabajo y operarios.

En una pequeña sala anexa un experimentado trabajador aplica capas de goma laca a una guitarra clásica Gran Concierto con una esmerada técnica de muñequilla. Yamaha se provee de este material en España con la intención de no dejar al azar ninguna característica tonal en esta serie, que genealógicamente bebe de forma directa de las enseñanzas que los grandes maestros luthiers españoles aportaron a la marca hace décadas.

Antes de penetrar en el siguiente edificio atravesamos el almacén de maderas en el que vemos láminas, tacos y bloques perfectamente clasificados, ya secados y listos para su procesamiento. Yamaha utiliza maderas nobles selectas de todos los continentes en la realización de sus guitarras y, según nos muestran, es partícipe del más exigente índice de sostenibilidad ambiental gracias a sus políticas de gestión medioambiental y de control interno de recursos —reutilización de restos de madera, decenas de miles de árboles plantados, políticas de reforestación y de concienciación ecológica—.

En el segundo edificio contemplamos a más trabajadores enfrascados en su día a día, y se nos permite observar discretamente su ciclo de trabajo. En este sentido asistimos al proceso de unión de los aros a las tapas superior y posterior de una guitarra acústica. A pocos metros, otro operario se aplica en el refuerzo de las varetas internas, recién pegadas en la cara interior de la tapa de una acústica de la misma serie.

Subimos una planta y observamos una máquina de corte numérico perfilando el mástil de arce de una Pacifica Mike Stern; es casi la única tarea que las máquinas realizan en esta fábrica. Nos llama la atención el cubículo del operario que coloca trastes: dispone los trastes sobre el diapasón, los fija con una prensa muy suavemente y remata la faena con dos certeros martillazos. Sobre su banco de trabajo se hallan las últimas piezas que ha realizado en esta jornada, entre las que destaca el poderoso mástil de arce de un bajo Attitude Signature Billy Sheehan, con su particular talón de encaje.

Uno de los factores clave en el éxito de las acústicas Yamaha es la unión del mástil con su sistema dovetail joint: la marca ha perfeccionado este sistema a lo largo de los años y consigue no solo una gran estabilidad; también una óptima transmisión de la vibración. Las diminutas diferencias volumétricas se liman a mano para un encaje perfecto, y además, el proceso de redondeo se efectúa totalmente a mano. Los artesanos de la planta utilizan a tal efecto una serie de herramientas que han fabricado ellos mismos. Rocky nos explica personalmente todo esto mientras un operario nos pasa un mástil de serie L para que lo inspeccionemos.

Otro de los procesos que observamos es el pulido manual de las guitarras. Varias pulidoras de diferente fuerza se disponen en línea en una habitación destinada a esta labor. Es imprescindible un grado de pericia superior para no desgraciar el instrumento, aplicar la presión necesaria y percibir rápidamente qué zonas necesitan de un tratamiento más intensivo.

Finalizaremos nuestro recorrido —no nos lo enseñan todo— con un vistazo a una sección de ensamblaje final donde se realizan comprobaciones estéticas, de trastes, de acción, etc. Nos quedamos con ganas de ver más —especialmente instrumentos terminados—, pero aquí concluye nuestro primer tramo de visita guitarrera. Estos estándares de calidad son los que Yamaha traslada a sus otros centros de producción en el extranjero, que son casi suelo japonés —gestión, seguridad y control de calidad a la misma altura y a manos de experimentados capataces japoneses—.

Todo el grupo sale profundamente "gaseado" del recinto y con las ideas más claras acerca de lo que Yamaha puede ofrecer. Voluntad, celo y disciplina son los ejes del "kando": la satisfacción por el trabajo bien hecho, que es la principal seña de identidad de esta empresa. No era difícil convencernos de la calidad de los modelos hechos en Japón, pero nos sorprende que todo esto se pueda gestar en unas instalaciones casi familiares y tan antiguas.

Nos trasladamos a Iwata para otra comida típica; en este caso, todos sentados a una mesa, descalzos... y castigados sin postre, menuda sorpresa :) Esta ciudad es también la sede administrativa de Yamaha Motor Company, la conocida división de motor y motonáutica de Yamaha, cuya creación es muy posterior al desarrollo de su actividad musical. No fue hasta la década de los años 50 del siglo pasado que Yamaha se vio abocada a la fabricación de vehículos a dos ruedas, inicialmente para el mercado doméstico japonés. Gracias a sus aciertos en diseño e innovación, ganan enseguida una competición gracias a su prototipo apodado "la libélula roja". Esta legendaria motocicleta se halla en el museo anexo a las instalaciones de la compañía, que tenemos la inmensa suerte de visitar.

A lo largo de tres plantas, Yamaha Motors expone toda su gloria dejándonos ver centenares de modelos históricos de motocicletas, motos de cross, motonieves, bicicletas, scooters, ATVs, fuerabordas, embarcaciones y algún que otro vehículo de cuatro ruedas —un monoplaza de F1 y un par de modelos deportivos de Toyota y Lexus en cuyo desarrollo han sido clave—. Destaca la exposición de motos de carreras de todas las épocas acompañadas de trofeos y referencias a su palmarés de victorias —por ejemplo, la montura del gran Valentino Rossi—. Asimismo, Yamaha expone con orgullo prototipos futuristas de vehículos urbanos, un pequeño helicóptero no tripulado, palos de golf de diseño y de la gama más alta, e incluso avances en sillas de ruedas ergonómicas.

Otras curiosidades que nos sorprendieron fueron una silla de pesca de altura, mini-motos, un kart, un vehículo eléctrico de transporte para aeropuertos y una curiosa bicicleta voladora de descomunal envergadura.

Lo que terminó de redondear un día perfecto fue la cena en el exclusivo restaurante Inamba de Hamamatsu, donde degustamos el clásico teppanyaki, en el que un cocinero asignado a nuestra mesa se encarga de trocear y preparar nuestra ronda de platos, a cada cual más delicioso. Se imponen varios kampai y toca despedirse de Rocky y los demás miembros de Yamaha Japón, puesto que mañana temprano partiremos hacia China.

Os dejamos con un amplio carrusel de fotos. Y no podemos concluir este capítulo sin insistir en nuestro agradecimiento a Bruno Camadini, cuyo vasto conocimiento de la historia y presente de Yamaha nos ha permitido alcanzar este nivel de detalle en la identificación de modelos y su proceso de construcción.

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