Buenas noches amigos, hoy es un día muy triste para mi. Me he enterado que ha muerto uno de mis grandes amigos de los mejores años de nuestras vidas. Hacía mucho tiempo que no lo veía, se marchó, más bien se exilió con su familia a una pequeña ciudad alemana, para huir de éste puñetero país en el que el enriquecimiento de unos pocos correlaciona directamente con el empobrecimiento de muchos. Era una gran persona y un excelente ingeniero industrial, muchos de vosotros habéis usado aparatos cotidianos diseñados por él, exprimidores, calefactores, secadores de pelo, incluso inodoros y lavabos, grifos, escaleras mecánicas...
Era un gran amante del Rock, de la fotografía... de las tertulias intimas e interminables. Ha muerto haciendo algo que le gustaba, correr. De repente, en esas tierras arias, ya frías, frío llamando a frío...
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Una de sus últimas fotos.
Deja dos hijos de la edad de los míos mayores, 15 y 10 años ¿quién les arreglará ahora los juguetes? Mi amigo Iñaki corría por las calles de muchas ciudades, las de Tokio al anochecer, su sombra se difuminaba entre los neones de los anuncios japoneses, o se perdía entre las de nueva York o Londres... Mucho asfalto han hollado sus pies, pero el más querido, el de nuestro pueblo. La primera modernidad vino con él entre los hierros del viejo Bilbao y de Basauri...
...sentados en el Gari-Golo escuchando rock sureño, en el Cheva, lo último que pegaba, o en el "J", la vanguardia inglesa.
También nos mecieron las luces de la bella Easo, reflejadas en la playa de la Concha, mirándonos curiosas a través del refugio de las cristaleras de moda en la Cabusia, hoy llamada Kabutzia, o dejando penetrar en nuestras jóvenes cabezas los vapores del Jazz y del alcohol de primera clase en el Etxekalte.
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Las calles de Madrid también miraban envidiosas nuestros abrazos fraternales, nuestras risas de pueblo que honraban al dios mezcal entre ritmos nuevaoleros del Sol y frenéticos del Amnesia para después, recibir los primeros rayos de la mañana, ese sol del Foro que todo lo vuelve blanco y vivible y que nos devolvía a los viejos blueses y rocks que tanto nos gustaban entre katovit y katovit.
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Aquellas primeras chicas ya fuera de los rubores de la adolescencia de entonces que tanto y tan breve nos amaron; los picaderos más insospechados, hasta el camión de la mueblería en la que yo trabajaba, siempre unas mantas y un viejo colchón en la caja para nuestros escarceos y los primeros pisos de alquiler de los colegas.
Soy yo en la época en que lo hacíamos todo juntos, lamentablemente no tengo ninguna foto de él.
Esas chicas, las buenas chicas, aún nos recuerdan Iñaki; aquí te muestro la foto de una de aquellas que me amó y amiga tuya, con sus bien llevados cuarenta y tantos, mucho mejor que los mios, quemando rueda. Un recuerdo también para ti Ade, después de una vida brutal, eres feliz en Nueva York y me alegro mucho por ti.
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Esas noches en el malecón de Lekeitio, bajo el faro, el sabor del bourbon en la boca, puestos en pie, la brisa fresca del Cantábrico y las olas entrecortadas mojando nuestros jóvenes rostros. Muchachos orgullosos de creer que pronto tomaríamos el timón de nuestras vidas...
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Adios hermano, espero que te llevaras unos rotrings y un poco de papel y dile al barbas ese que todo lo ve, en el que no creíamos, que te deje rediseñar el mundo, seguro que los engranajes y los condensadores que usaras, harían de este lugar un sitio mejor. Hoy, alguien que está muy lejos de tí, ha llorado unas lágrimas muy amargas recordándote, Iñaki.
He vuelto a escuchar este viejo tema de los Esclarecidos que tanto nos gustaba y no podía terminar de oírlo...
Iñaki Vivanco Cortés, murió volando; el viento, celoso de su paso veloz, se llevó consigo su espíritu y fue un viento del norte, Haizea.
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Su última foto.