Dias de Escuela, cuando las noches del barrio eran magia II

voluntario1
#1 por voluntario1 el 07/02/2012
Uno de los mejores temas del rock patrio, retrata a la perfección nuestros días de escuela en el barrio. Muchas de ellas estaban habilitadas en lonjas, bajos de edificios o barracones. Recuerdo mi primer día de colegio, nervioso, tenía 4 años; las madres nos dejaban en la puerta con cierta preocupación y también con alivio, por fin podrían estar más centradas en las tareas inherentes a su sexo entonces, hacer la casa, ir a los recados más tranquilas al saber que sus vástagos no estarían preparando alguna en casa, porque entonces nos dejaban solos; a mi en concreto me solían atar a la cuna con unas cinchas de correa de las persianas. Todo tenía que estar listo para cuando viniera tu padre del trabajo y poder comer tranquilo para después ir a otro trabajo, un taller de tablillas para el parquet o la moledora de arena para fabricar el terrazo. El dinero escaseaba mucho y un sólo sueldo no daba para vivir.

Ese primer día de colegio fue angustioso, bastaba que uno de los críos se pusiera a llorar para que se contagiaran todos, yo me resistía y lo conseguí. Lo que ya no me gustó tanto es el olor, aquel olor que inundó la clase al cabo de una hora, ese olor ácimo a excrementos y orina. Unos cuantos no pudieron aguantar y se lo hicieron encima. Aquella profesora ya mayor, Doña Magdalena, saltó rauda de su mesa como un lebrel tras su presa y envió a los que no habían podido contener sus esfínteres a los váteres… Aquellos retretes; cuando los vi me entró miedo, mucho miedo. Eran de los de antes, había que ponerse en cuclillas para hacer las necesidades; daba miedo el pensar que podrías resbalarte (aquella porcelana blanca con las marcas para poner los pies siempre estaba húmeda) y caerte al sumidero, no sería el primero o, que la garra de un monstruo asesino, pudiera agarrarte las partes y tirar de ti hasta lo más profundo de su madriguera. Eran los días en los que había colé los sábados por la mañana y el día de la virgen íbamos al campo a recoger flores para la imagen que había en un rincón de la clase sobre la tarima, cerca de dos retratos de unos personajes que debían de ser muy importantes por el respeto que la maestra les profesaba; es Franco decíamos, generalísimo de los ejércitos, lo sabíamos de memoria, pero no hablábamos de ellos, hablábamos de cosas de chicos, el fútbol, el Atlhetic… No había cromos, jugábamos con los billetes de cartón de la FEVE; eran nuestros más preciados tesoros que intercambiábamos jugando con las chapas que nosotros mismos fabricábamos con las tuberías de plomo, una hoguera en el descampado y unos botes de conservas para fundir el metal. Las chicas entonces no tenían demasiada importancia, pero a mi me volvía loco ver bailar a Begoñita, la vecinita del bajo, la del albañil, que movía su cuerpecito para mi en el portalón de casa, con ese vestidito amarillo que dejaba ver todo al dar la niña vueltas como una peonza, y yo, allí sentado, pura felicidad; teníamos 8 años, era pura inocencia, ¿O no?.

El colegio duraba todo el día, se establecieron las permanencias, una hora más de clase que los padres pagaban a razón de veinte duros al mes directamente a los maestros para completar su paupérrimo salario, más bajo aún que el de los obreros. Salíamos a las seis de la tarde y si había suerte ese día, te llevaban a Calzados Juanita y te compraban unas zapatillas nuevas, unas TAO parecidas a unas John Smith pero bajas, bueno, sólo había un color, azul marino, muy sufrido, la suela era de esparto como la de las alpargatas. Duraban tres o cuatro partidos o unos cuantos "pedo stop", pero se remendaban y se estiraban unos meses más. Lo peor era en verano, jugando en los charcos para coger tritones y salamandras (grandes trofeos de caza), se producía una mezcla entre el agua estancada y el sudor de los pies que empapaba la suela de esparto y hedía como los bazos de las reses muertas que se tiraban en la parte de atrás del matadero (en ellos encontrábamos los mejores gusanos para pescar, los llamábamos sapiens). Cuando ya no aguantaban más en casa, te llevaban al farmacéutico quien preparaba una fórmula magistral en pomada para erradicar esa peste. De más mayores eso era una gran putada, sobre todo cuando te acercabas a las nenas.

Eran los tiempos del Parvulito, de los primeros programas de la tele para los niños, Jardilín, la Casa del Reloj, los Chiripitifláuticos, ojo, para aquellos afortunados que tenían ese misterioso aparato de la línea marrón, con una puerta que se cerraba con llave para que no pudiéramos toquetear los complejos mandos y palanquitas. Tiempos en los que la letra entraba en nuestras cabecitas con sangre; hasta octavo de EGB no paramos de recibir palos, sopapos, varas de avellano para las yemas de nuestros dedos o para el trasero, coscorrones y golpes de cabeza contra el encerado… El pan nuestro de cada día. Los profesores se calentaban la comida en un infernillo en el mismo aula, por la tarde todo estaba perfumado de aromas de judías, patatas con carne o bacalao. En ocasiones tocaba vacunarse; imaginaros a un médico y dos enfermeras con sus batas blancas en la mesa del profesor. Encima de ella un recipiente con algodón empapado en alcohol ardiendo para desinfectar las enormes agujas de las jeringuillas de cristal con las que nos iban a pinchar. Todos callados mirando la terrible escena, tiesos como palos y otra vez ese olor nauseabundo que surge cuando evacuamos nuestras tripas. De esa primera vacuna nos quedó un recuerdo en el hombro o en el brazo, parecido a una montañita de carne que nos acompañará toda la vida; miraos vosotros mismos, quizá tengáis también ese accidente orográfico en vuestros cuerpos, ja ja.

También hubo momentos muy serios; en ocasiones oíamos la campana del bedel en mitad de las clases, todos sabíamos lo que eso significaba. Todos al unísono recogíamos inmediatamente nuestros estuches y cuadernos, salíamos en silencio de clase, ordenadamente pero con prisa. Sabíamos que debíamos ir a casa lo antes posible, no había tiempo para mirar el escaparate del kiosco con las novedades del Jabato. Al poco rato oíamos las sirenas de las ambulancias y de la policía, alguna fábrica había sufrido un accidente, rezábamos para que no hubiera sido en la de nuestro padre. La Ripolín de pinturas se incendió, hubo un montón de muertos, vimos cómo sacaban los cuerpos carbonizados desde la colina a unos 50 metros; Edesa se incendió también, era la de mi padre… Explosivos Rio Tinto, llamada "la Dinamita", explotó dos veces, más funerales de obreros. La segunda vez que decidió escupir la pólvora que guardaba ese engendro, estábamos en las campas de los antiguos cuarteles militares; vi un tremendo hongo de humo y fuego elevarse hacia el cielo, sin ruido, como a cámara lenta; en unos instantes y como si me hubieran pegado una buena bofetada, la onda expansiva me lanzó al suelo al tiempo que el estruendo de la explosión hizo que me dolieran los oídos. Recuerdo a mi madre correr hacia mi con la vara aún de varear la lana de los colchones y gritando asustada…

No todo fueron ostias, malos olores, miedos y peleas, los reyes godos y los afluentes del Ebro, el ave maría y el cara al sol que yo nunca canté. Descubrimos los amigos, los compis, las tardes de juego después de los deberes, los recreos, "mira, allí está Mirella, la de cuarto", el "te ajunto y ahora no te ajunto", el burro, el palitroque, el cinto y el bote, a la una salta la mula… Chorro, morro, pico, tallo, ¿qué?, el inque, el güito o gua, las batallas de romanos… La madre de Mijangos que le traía un bollo y un vaso de agua fresca desde su casa en el recreo, todo un espectáculo visual. Pablo, que decía tener una enciclopedia en su casa, no sabíamos qué era, pero todos queríamos tener una, sonaba importante. Iñaki que tenía una bala de su abuelo que conservaba desde la guerra y un día nos la enseñó. El primer coche grande de lata que trajo al cole Redondo; los rodamientos (cojinetes) que me traía mi padre de la fábrica para hacernos las goitiberas (esos vehículos hechos con palos y tablas para tirarte por las cuestas cuyas ruedas eran esos rodamientos) y tantos y tantos personajes y amigos... ¿Dónde estarán?

Eran los tiempos del colegio, días de escuela… La vida aún era pequeña en nosotros, crecíamos cazando ranas, quemando los cables de cobre; con el anhelo de conducir un camión de muchos ejes, una locomotora diesel o una pala escavadora de mayores. ¿Qué fue de nuestras vivas y orgullosas miradas?

Continuará...

Primera parte, Leño, Sorprendente: https://www.guitarristas.info/foros/leno-sorprendente-cuando-noches-barrio-eran-magia/180896

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adur
#2 por adur el 08/02/2012
Que me estoy poniendo romántico, voluntario1

Que bonito...

The show must go on!!!
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castleotto mod
#3 por castleotto el 08/02/2012
voluntario1 escribió:
las goitiberas (esos vehículos hechos con palos y tablas para tirarte por las cuestas cuyas ruedas eran esos rodamientos)


que receurdos me has traido con eso.
recuerdo ir de taller en taller preguntando "Teneis algun rodamiento que nos podais dar?" para hacer un carro y tirarnos por las cuestas... hasta que llego el monopatin Sancheski "laminado"
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phakkito
#4 por phakkito el 08/02/2012
nos vamos a juntar por aqui muchos "quintos" :D :D :D
colegios los sabados y todo... ahora se quejan :D
rodamientos, precursores del skate. :D :D

asi tengo yo un codo roto por dos sitios, sin casco y sin na. :D

tiempos.
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voluntario1
#5 por voluntario1 el 08/02/2012
Hola colegas nostálgicos, ja ja, uno empieza y no para de escribir, nos estamos haciendo mayores eh? los niños te tratan de usted al pedirte la hora, ja ja. La goitibera rudimentaria era como esta, luego se podían ir complicando según la imaginación de cada cual:

7d8671b6bc3cd500f547339c16a4b-1294429.jpg

Menudos rasponazos en las piernas y en los codos; hoy les pondríamos cascos y protecciones a nuestros hijos, ja ja. Somos unos sentimentales...
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voluntario1
#6 por voluntario1 el 08/02/2012
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voluntario1
#7 por voluntario1 el 08/02/2012
Aún conservo uno como éste, yo nunca lo usé, era de mi hermano pequeño:

e6cdca3f62d756d32d878642100cf-1294437.jpg
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o37
#8 por o37 el 09/02/2012
Las horas que le habré echado y el barro que habré pisado con esto de abajo. Aunque nosotros usabamos ruedas de goma de los triciclos en vez de aros de hierro
(Fuente de la foto: http://vivenciasdeayer.blogspot.com/2010/04/apuntes-de-mis-juegos-infantiles-y-los.html)
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moonmark
#9 por moonmark el 09/02/2012
Si...yo tambien
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castleotto mod
#10 por castleotto el 09/02/2012
#7 el que yo usaba era de los de madera (de ahí la etiqueta "laminado") me suena que ese es mas moderno.
Andeandara...
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